sábado, 29 de junio de 2013

Herejía del escarabajo: (des)montando a los Beatles II



Magical Mistery Tour. Situados en la cúspide de la creación artística, los temas de este álbum y del anterior nacieron en un período que no llegó a un año. Nuestro blasfemo espíritu nos hace pensar que este disco es inconmensurable, lleno de composiciones que hacen honor al título de esta fantástica obra: Magical Mistery Tour, Flying (una simpleza instrumental que indica a la perfección un “viaje feliz”), la preciosista orquestación de Penny Lane, Strawberry fields forever (ya, ya, “campos de fresa”) o la intervención de Lucy, la del cielo con diamantes, en I Am the Warlus junto a la “natilla de sustancia amarilla goteando del ojo de un perro muerto”, que nos hace pensar en la descripción literaria de un cuadro de Dalí. Sencillamente alucinante. La cuarta herejía entra en juego.




El disco blanco. Un álbum que tuvo que esperar más de treinta años para que la crítica admitiera lo que es: uno de los mejores del grupo. Grabación hecha bajo una ya turbulenta relación entre sus componentes, pero suculenta creación artística, y después de la fallida visita al Maharishi Mahesh Yogui en la India, que acabó prácticamente con la sociedad del grupo. El propio Ringo Starr se ausentó del proceso de grabación durante un tiempo y Paul se encargó de la batería durante ese período. Las dos caras de la misma moneda que suponían Paul y John empezaron a convertirse en una lengua bífida: mala cosa para la química que existió hasta ese momento. Todos estos aspectos se reflejan en el resultado final: un disco sobresaliente, pero sin ningún hilo conductor.

Al tener ese formato doble, da mucho de sí: sonidos muy clásicos del grupo como Martha My Dear; las casi inexistentes, aunque presentes, típicas ñoñadas y paridas de John y Paul como Ob-Lla-Di Ob-La-Da, Wild Honey Pie o Revolution 9; sonidos que se asientan en el rock más puro (Happiness Is a Warm Gun, Back in the USSR o Birthday); en el rock psicodélico (la irreverente y crítica con los críticos Glass Onion); los auténticos abrazos a la madre de todas estas músicas: el blues (Why Don't We Do It in the Road?, Yer Blues o Revolution 1); o la introducción de insólitos solos de guitarras… Incluso hay momentos para acercarse al rock que empezaban a desarrollar los Stones, como se aprecia en Everybody's Got Something to Hide Except Me and My Monkey o plantar las semillas del hard rock y el proto-metal de los venideros 70 con el trallazo que supuso Helter Skelter. Como vemos, imposible que sea más completo en cuanto a eclecticismo se refiere, y el simple hecho de contener una canción como While my guitar gently weeps ya merece la pena un disco.




La quinta herejía nace de la asociación de nuestro corpus musical particular. ¿No es un evidente guiño de ojo que uno de los trabajos más conocidos de Metallica se conozca como Black? La vinculación entre el White Album, en formato y estructura musical (mismo número de canciones), con otro grabado 23 años más tarde es clara: Use Your Illusion, los dos discos dobles de los Guns n´ Roses. ¿Un homenaje a una de sus bandas de cabecera? La versión de Live and Let Die de McCartney parece ser una muestra de sus intenciones.




2 comentarios:

  1. Loable labor reivindicar a esos grandes desconocidos que aún son Los Beatles. Yo soy más de los Stones, pero a los Fab Four los deberían poner en las escuelas. Se lo debemos (casi) todo.

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  2. Sí, yo también soy más de los Stones, por eso me sumergí en este desconocido (hasta ahora) mundo para mí. Espero haber estado a la (mínima) altura.

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