jueves, 20 de febrero de 2014

¿Lo habéis/han notado?

Desde hace poco vengo notando algo que resulta extraño, raro, artificial, antinatural, erróneo y, además, bastante molesto. Yo soy así, me indigno por tonterías.

Al navegar por la red, abrimos un blog, el twitter o el facebook de usuarios canarios y nos encontramos con textos escritos en los que se utiliza de forma habitual la segunda persona del plural (tenéis, buscad, hubieseis, detendríais, habéis tocado...). Un uso, exceptuando pequeños reductos de nuestras islas, que nada tiene que ver con la realidad lingüística del archipiélago.

Las nuevas tecnologías también usan la lengua para comunicarse, afortunadamente. Y es cierto que el uso de la lengua en las redes tiene unas características diferentes al uso habitual, pero no por ello deja de ser lengua, ya que concluye con el mismo objetivo común: la comunicación. Todos esos usos son aceptables. Otra cosa es cuando se vulneran, se cambian, se amalgaman las formas adecuadas de cada situación de habla creando una forma totalmente artificial. Una cosa es usar emoticonos o expresiones creadas para ese tipo de medios y otra es intentar escribir usando las características normativas de otro lugar distintas a las propias. 

El asunto trasciende aún más. Este uso atropellado va más allá de los textos escritos en la plataforma globalizadora. También lo podemos encontrar en la lengua oral en los mismos soportes digitales o en las declamaciones en público. Cuál fue mi sorpresa al encontrar un día en la puerta de mi casa a una chica de mi pueblo que llegaba a venderme un producto que distribuye una empresa peninsular. La chica aconsejaba usar ese producto con argumentos que «vosotros mismos podréis comprobar» o «me llamáis para cualquier duda». Mis oídos no daban crédito. Casi me desmayo al ver cómo combinaba un «ustedes» con un «recordáis» sin inmutarse. A punto estuve de preguntarle si le había pasado algo en la boquita.

Hace poco acudí a una obra de teatro infantil. Disfruté mucho: los niños siempre producen esa sensación agradable cuando son protagonistas en algo. Pero algo hizo saltar la alarma en mi cerebro: los parlamentos de la obra alternaban las formas canarias y las formas peninsulares, creando un popurrí lingüístico inexplicable.

¿Qué será lo próximo? ¿Pronunciar la /z/?




Superada ya hace muchos años la discusión sobre si existe un español estándar, parece contradictorio que encontremos este hecho flotando en el aire cada día más, como un virus.
 
Resulta un tanto quejoso que, cuando por fin aquellos profesionales de la radio y la televisión que procedían de lugares como Canarias o Andalucía han retomado sus acentos originales, empiece a usarse este tipo de características impropias de las zonas y a imitación de otras más castizas. Fíjense en cómo se muestra desde hace ya mucho tiempo el acento andaluz de María Teresa Campos o José Antonio Maldonado sin ningún complejo, o el alivio con el que habla ahora un entrañable Paco Montesdeoca al dejar fluir su acento canario más que correcto. No sé cómo pudo mantener Cristina García Ramos su acento en aquella época en la que era obligatorio pronunciar un español muy de Valladolid o Burgos, si se quería trabajar en un medio de comunicación de amplitud nacional, y lanzar a los cuatro vientos aquel «CoraSón, coraSón». En aquella época y, según algunos, los españoles del sur, noroeste y nordeste (o sea, prácticamente el 65℅ de la población) teníamos «problemas de dicción». En fin. No sé yo quién tendría el problema.

En contrapartida y, sin que mi asistencia sirva de precedente, me he encontrado con la reciente incorporación de un cura a la iglesia de mi pueblo que trasmite su misa haciendo uso de la norma lingüística canaria. Al principio perecía extraño, tan acostumbrados nos tenían a la mezcla entre fragmentos institucionalizados con un uso peninsular y el resto de fragmentos de plática con un uso normativo canario. Pero paulatinamente el discurso se fue haciendo más lógico y, sobre todo, más cercano.

De todas formas, será lo que tenga que ser: los caminos de la evolución lingüística son inescrutables. Así que, podéis (pueden) ir en paz. Y que la bendición del Señor descienda sobre todos vosotros (ustedes).

jueves, 6 de febrero de 2014

Gary Moore, el viaje a la semilla

Para Carlos, el más elegante modesto.



Las horas que crecen a la derecha de los relojes deben alargarse por la pereza, ya que son las que más seguramente llevan a la muerte.
Viaje a la semilla, Alejo Carpentier

Como quien contempla el vuelo de un pájaro esperando que se pose en el árbol más cercano, esperábamos que en la página web del gran guitarrista saliese la fecha española de su gira. Pero se posó en el peor árbol para él: el árbol podrido. Quiso el destino que ese árbol se encontrara aquí, muy cerca, en el jardín de un hotel de Estepona (Málaga), y que significara la llegada a tierra de un náufrago que se encuentra con la isla habitada y cae inerte en la ceremonia de bienvenida.

Hoy hace ya tres años desaparecía uno de los grandes guitarristas (y vocalistas) de la escena del blues y el hard rock: Mr. Robert William Gary Moore.

La carrera de este artista, que debió nacer al menos mulato, se puede dividir en dos grandes partes bien diferenciadas: una primera etapa de unos 20 años, en la que estableció como telón de fondo el blues y se entregó al rock, hard rock, heavy metal e incluso al jazz-fusión en bandas poco conocidas como Skid Row (no confundir con la banda de heavy metal), Thin Lizzy (en la que coincidió con su gran amigo Phil Lynott), Colloseum II o en solitario; y, una segunda etapa, con BBM, Scars o con su propia banda a partir de 1990, en la que se entregó de lleno al blues, el origen de toda esta música.

Ya en aquella primera etapa, emulando a la enredadera de «Viaje a la semilla» de Alejo Carpentier, creció una madura y sentida pieza creada junto a su amigo Phil Lynott, un inglés mestizo que se convirtió en un héroe en la vecina Irlanda. Las calles de París son distintas, más bellas si cabe, a partir del día que vino al mundo Parisienne Walkways. El paso del tiempo no ha hecho mella en tremenda composición.



Durante los 80 se introduce en el rock más melódico y se deja seducir por las influencias celtas de su madre patria. Es el momento en que se da a conocer a toda Europa y al resto del mundo. Inolvidable aquella Out in the Fields o la épica Over the Hills and Far Away de su LP Wild Frontier.

El disco After the War de 1989 supone un impasse, un regreso al hard rock a modo de despedida en el que colaboran dos grandes figuras de este género: Ozzy Osbourne y Cozy Powell. La madurez musical enfilaba el cruce de caminos donde se decide el regreso a casa.

Borrábanse patas de gallo, ceños y papadas, y las carnes tornaban a su dureza.
Viaje a la semilla, Alejo Carpentier

Como en el cuento de Carpentier, las hojas y ramas (el rock, el jazz, el heavy metal) se iban desvaneciendo para dejar al descubierto el tronco y su semilla: el blues. El álbum Still Got the Blues (1990) marca un antes y un después. Gary Moore se vuelve más intimista y gira hacia los encantos y sensualidad de esta música. Los éxitos no tardaron en llegar de la mano de temas como el que da título al disco, King of The Blues, Walking by Myself, Midnight Blues o la excitante Oh, Pretty Woman, grabada junto a uno de los tres reyes de la música del Mississippi: Albert King. A este gran éxito, le siguen After Hours (1992), con la colaboración de B.B. King y Albert Collins, Dark Days in Paradise (1997), la declaración de intenciones que supuso Back to the Blues (2001), el homenaje a los clásicos en Close As You Get (2007), Bad for You Baby (2008) u otros trabajos en diferentes formaciones. En 1993 salió a la venta toda una joya en directo, Blues Alive, un disco para enmarcar digno de una futura entrada en este blog.

Moore captó desde el principio la energía de Jimi Hendrix y nunca tuvo miedo a que su blues sonara a rock ni a que su rock sonara a blues. Es por ello, que el destino quiso que lo último que grabara fuese un disco tributo a esa gran figura: Blues for Jimi (2012).

El tiempo invertido acaba por hacer desaparecer, sin violencia, tranquilamente, a los personajes más relevantes. Pero sus seguidores sabemos que Moore siempre tendrá un blues para nosotros.

Te echamos de menos, Gary.