jueves, 6 de febrero de 2014

Gary Moore, el viaje a la semilla

Para Carlos, el más elegante modesto.



Las horas que crecen a la derecha de los relojes deben alargarse por la pereza, ya que son las que más seguramente llevan a la muerte.
Viaje a la semilla, Alejo Carpentier

Como quien contempla el vuelo de un pájaro esperando que se pose en el árbol más cercano, esperábamos que en la página web del gran guitarrista saliese la fecha española de su gira. Pero se posó en el peor árbol para él: el árbol podrido. Quiso el destino que ese árbol se encontrara aquí, muy cerca, en el jardín de un hotel de Estepona (Málaga), y que significara la llegada a tierra de un náufrago que se encuentra con la isla habitada y cae inerte en la ceremonia de bienvenida.

Hoy hace ya tres años desaparecía uno de los grandes guitarristas (y vocalistas) de la escena del blues y el hard rock: Mr. Robert William Gary Moore.

La carrera de este artista, que debió nacer al menos mulato, se puede dividir en dos grandes partes bien diferenciadas: una primera etapa de unos 20 años, en la que estableció como telón de fondo el blues y se entregó al rock, hard rock, heavy metal e incluso al jazz-fusión en bandas poco conocidas como Skid Row (no confundir con la banda de heavy metal), Thin Lizzy (en la que coincidió con su gran amigo Phil Lynott), Colloseum II o en solitario; y, una segunda etapa, con BBM, Scars o con su propia banda a partir de 1990, en la que se entregó de lleno al blues, el origen de toda esta música.

Ya en aquella primera etapa, emulando a la enredadera de «Viaje a la semilla» de Alejo Carpentier, creció una madura y sentida pieza creada junto a su amigo Phil Lynott, un inglés mestizo que se convirtió en un héroe en la vecina Irlanda. Las calles de París son distintas, más bellas si cabe, a partir del día que vino al mundo Parisienne Walkways. El paso del tiempo no ha hecho mella en tremenda composición.



Durante los 80 se introduce en el rock más melódico y se deja seducir por las influencias celtas de su madre patria. Es el momento en que se da a conocer a toda Europa y al resto del mundo. Inolvidable aquella Out in the Fields o la épica Over the Hills and Far Away de su LP Wild Frontier.

El disco After the War de 1989 supone un impasse, un regreso al hard rock a modo de despedida en el que colaboran dos grandes figuras de este género: Ozzy Osbourne y Cozy Powell. La madurez musical enfilaba el cruce de caminos donde se decide el regreso a casa.

Borrábanse patas de gallo, ceños y papadas, y las carnes tornaban a su dureza.
Viaje a la semilla, Alejo Carpentier

Como en el cuento de Carpentier, las hojas y ramas (el rock, el jazz, el heavy metal) se iban desvaneciendo para dejar al descubierto el tronco y su semilla: el blues. El álbum Still Got the Blues (1990) marca un antes y un después. Gary Moore se vuelve más intimista y gira hacia los encantos y sensualidad de esta música. Los éxitos no tardaron en llegar de la mano de temas como el que da título al disco, King of The Blues, Walking by Myself, Midnight Blues o la excitante Oh, Pretty Woman, grabada junto a uno de los tres reyes de la música del Mississippi: Albert King. A este gran éxito, le siguen After Hours (1992), con la colaboración de B.B. King y Albert Collins, Dark Days in Paradise (1997), la declaración de intenciones que supuso Back to the Blues (2001), el homenaje a los clásicos en Close As You Get (2007), Bad for You Baby (2008) u otros trabajos en diferentes formaciones. En 1993 salió a la venta toda una joya en directo, Blues Alive, un disco para enmarcar digno de una futura entrada en este blog.

Moore captó desde el principio la energía de Jimi Hendrix y nunca tuvo miedo a que su blues sonara a rock ni a que su rock sonara a blues. Es por ello, que el destino quiso que lo último que grabara fuese un disco tributo a esa gran figura: Blues for Jimi (2012).

El tiempo invertido acaba por hacer desaparecer, sin violencia, tranquilamente, a los personajes más relevantes. Pero sus seguidores sabemos que Moore siempre tendrá un blues para nosotros.

Te echamos de menos, Gary.


4 comentarios:

  1. Lo primero, es de bien nacidos ser agradecidos. Segundo, a fuerza de ser reiterativo no está de más felicitarte por tu magnífica entrada. Yo particularmente me quedo de su trayectoria con el tamden con Phil Lynott y su etapa bluesman. Creo que en esa lista que a veces decimos (al estilo High Fidelity) cinco canciones para poner en mi funeral estaría fija el Parisienne Walkways. Descansa en blues Gary.

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  2. Tenemos que dejar en sobre cerrado ante notario esa lista, que cuando no estemos no podremos hacer nada. Queda pendiente.
    Saludos y gracias

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  3. A mi siempre me molesto el menosprecio a su etapa hardrockera que destilaba Moore en las entrevistas, cuando le dio por el Blues. Un mayor equilibrio de sus dos pasiones, hubiera dado una discografía aún más redonda de lo que ya es. Eso sí, un guitarrista de mucho feeling y clase. Descanse en paz.

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  4. Más que menosprecio era un pasopágina, un renuncio a medias, pero sí es verdad que muchas estrellas reniegan de su pasado como si fueran manchas que no se borran. Su música siempre estará conmigo.

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