miércoles, 31 de enero de 2018

The End of The F***ing Comedy

Dos hechos nos han revelado en las últimas semanas algo que llevábamos sospechando hace mucho.

El primer hecho es un programa televisivo dedicado a la figura de un genio, Miguel Gila.



En la serie de documentales Imprescindibles, RTVE ha elegido a esta ineludible persona y personaje, y nos ha presentado al gran humorista bajo el subtítulo de Gila nunca fue serio. Lo primero que se nos viene a la cabeza es que los redactores estaban haciendo uso de la ironía con este subtítulo. Quizás podamos pensar (o no) que la lectura se ha hecho de forma literal, que la intención era separar el personaje de la persona. Sin embargo, una vez que visualizamos el magnífico trabajo de este genio, nos damos cuenta de que Gila realizaba el mejor de los análisis sobre la realidad que le tocó vivir que, sin forzar en exceso, nos resulta un análisis muy parecido al actual. Nada ha cambiado en esencia. Nada ha cambiado, salvo que Gila podría llevarse en la actualidad algún disgusto con las autoridades. Qué curioso y qué anacrónico. 



El segundo hecho nos remite a la serie de Netflix The End of The F***ing World.

La serie, aparentemente dirigida a un público juvenil, es tan cómicamente cruel que refleja perfectamente la realidad, cual espejo enorme del escenario del mundo. Muestra nuestros instintos básicos, nuestras acciones controladas absolutamente por el poder del interés propio. Pero también muestra un ápice de salvación, sin moralinas. 



Las evidencias son muy claras. Vivimos en un país tosco, literal. Tan literal que confundimos realidad con ficción. Intentamos trasladar la realidad a la ficción, cuando realmente lo que hay que hacer es buscar la analogía que resulta de la ficción.

Este país ha postergado definitivamente el significado de ficción de la misma manera que ha perdido por completo el sentido del humor y ha olvidado totalmente su función, que no es solo hacer reír. La ficción y el humor nos dan la descripción detallada de esa realidad, pero no es la realidad. Tanto la ficción como el humor nos aportan diferentes enfoques y posibles soluciones. Son teorías muy serias que nadie se atreve a llevar a cabo porque no interesan. Y es una lástima que la mayoría de nosotros no se las tome en serio.

PD: Afortunadamente, el relevo generacional nos ha aportado cómicos como Ignatius Farray, quien se atreve a apostar irónica e irreverentemente por El fin de la comedia.