martes, 29 de diciembre de 2015

Record-mendaciones: propuestas musicales para despedir el año

Golgotha de WASP. Una producción de altísimo nivel de letras religiosas y épicas y que nos traslada en intenciones a aquel sorprendente The Headless Children de 1989. La voz imperecedera del líder de la banda, Blackie Lawless, sigue estando sencillamente soberbia. Desde el primer momento nos seduce con esos arpegios distorsionados marca de la casa en Scream y nos mete en el segundo tema, Last Runaway, sin pestañear y sin perder ningún atractivo. Dos medios tiempos (como la extraordinaria Golgotha), una balada, vuelta a la caña y Santiago y cierra España. La virtud de este disco es que queda incorporado al imaginario WASP casi desde la primera escucha: sus temas suenan como si siempre hubiesen estado ahí. La balada Miss You, muy en la onda de su mítica Sleeping (In The Fire), suena con un sentimiento insuperable y bordada por un solo de guitarra que hace erizar el vello de las partes más recónditas. Auténtico heavy metal americano que siempre sabe encontrar en el oyente la sintonía adecuada. 



Hot Streak de The Winery Dogs. Estar en racha: un simple apunte para un tremendo trabajo. Lo más difícil para una nueva banda que publica por primera vez un disco es mantener el nivel o mejorar el primero. Las dos cosas es lo que ha hecho esta enorme banda que, en forma de power trío, está haciendo las delicias en escenarios de medio mundo. En su visita a España, nos trasladaremos hasta Madrid el próximo 9 de febrero para comprobarlo. Por lo tanto, nada más que añadir, salvo la promesa de reseñar a través de una crónica en Agua de Gula ese concierto.



Blaster de Scott Weiland & The Wildabouts. El rayo que no cesa. Trabajo nominado para ser disco de culto. Y no solo por su calidad, que la tiene y es mucha, sino también por las desgracias que se ciernen sobre este grupo y este disco: la muerte del guitarrista Jeremy Brown un día antes de la publicación del disco y la muy sonada de Scott Weiland el pasado 3 de diciembre en plena gira. Auténticas muestras de vidas roqueras rodeadas de los matices personales y profesionales que les queramos dar. No se me ocurre mejor forma de trascender en la historia de la música rock. Si lo tenían preparado, les ha salido genial. Descansen en paz.
En otro orden de cosas, el disco es una joyita del rock sin etiquetas, que se mueve, como no podía ser de otra forma, bajo los mejores parámetros de Stone Temple Piltos y Velvet Revolver (los dos grupos por los que pasó Weiland, pero de los que salió fulminado como un rayo, que no raya). Muy apetecible a cualquier hora por su frescura y por lo pegadizo de algunos estribillos. Riff tras riff, como el de Modzilla o el de Parachute, que enganchan el rock con el pop que emerge en Beach Pop (¿un guiño a los Beach Boys?) magistralmente.



Book of Souls de Iron Maiden. La vieja doncella vuelve a lo grande. Recuerdos de Seventh Son of a Seventh Son por aquello de la composición conceptual y canciones largas como Empire of the Clouds (extraordinaria) o The Red and the Black en un tono progresivo por la redundancia en sus riffs y que, en este caso, parece estar pensada para el directo y corear hasta la extenuación. Eso sí, con lo que duran dos temas de estos más The Trooper y Aces High, un concierto actual de los Maiden estaría casi finiquitado. En definitiva, no decepcionará en absoluto a sus seguidores porque ahí siguen estando los fantásticos cambios de ritmo, la voz imperecedera del piloto de aviación Bruce Dickinson (que superó un cáncer de lengua recientemente) y el caballo desbocado (léase el bajo de Steve Harris), seña de identidad de la banda.



The Way Life Goes de Tom Keifer. La madura Cenicienta se pasea con total desparpajo. Se trata de un trabajo del año 2013, aunque haya caído en nuestras manos recientemente, que se lee como una montaña rusa: se comienza en lo más alto con el tema introductorio y se baja (en intensidad) hacia temas lentos, para volver de nuevo al heavy-country, seña identitaria de Cinderella, la vida central de este gran artista. Muy recomendable para estas fechas.




Inmortalized de Disturbed. La voz que sigue el riff. Después de ver el tráiler Past & Present que anunciaba la salida a la venta de Inmortalized, el cuerpo se nos estremeció para salir en su búsqueda. Disturbed han vuelto a recordarnos que aquella banda que nos dejó a todos boquiabiertos con aquel tremendo debut (y aquellos temas como Down the Sickness o Stupify) no se convirtió en un desaparecido más, como tantos de aquella época que eclosionaron con el nu-metal. Probablemente porque siempre fue un grupo distinto que combinaba ese nuevo sonido con el metal industrial sin olvidar nunca que esto iba, al fin y al cabo, de metal. Los particulares riffs de guitarra y ultrarrítmicos bajo y batería siguen haciendo de ola que surfea la voz de David Draiman como lo ha hecho siempre. Por otro lado, es probable que en este álbum sobre algún tema que parece más de relleno o que no encaja con la línea que sigue el trabajo (citemos como ejemplos la versión de Sound of Silence de Simon & Garfunkel o la electrónica You´re mine). No obstante, es casi seguro que la popera y comercial The Light acercará el sonido de la banda a oídos que se tornan normalmente cerrados en detrimento de registros propios como Open Your Eyes o Who y puedan llegar a ver la luz.


Feliz año 2016

lunes, 23 de noviembre de 2015

Detalle simbiótico



Cuando me paro a contemplar mi estado
Y siento dónde me han traído mis pasos
Percibo que el sonido del motor se difumina
por debajo de los acordes Up on the hollow hill (understanding Arthur)
Y la retina capta el momento en que la niebla se cuela entre los lomos
pintando de humedad los árboles sumisos
¿Es la música la que condiciona el paisaje
o es la visión instantánea la que subordina a la melodía?
¡Qué...!
Quizá sea la fusión de ambas cosas
El hechizo de la naturaleza frente al embate de la creación humana
Cara a cara
Sin rechazo
¿Por qué eludimos ver lo que ante nuestros ojos se muestra diáfano?
El detalle preciso domina el entorno y no nos percatamos de ello
Hasta que realmente despierto
y descubro que esa conjunción es producto de nuestra propia voluntad
Que no hay más que desearlo y esperar pacientemente a que se revele

                                                         
                                                                                                              Vikowski

domingo, 25 de octubre de 2015

Análisis catódico

16.41 horas


Por mi culpa. ¿Y ese niño, Antonia? (La 1 TVE). Producto patrio, rancio, con las archiconocidas y ñoñas coletillas; un sinfín de personajes que parecen todos el mismo y que se repiten hasta la extenuación cada temporada.

El apareamiento es un instinto natural. (La 2 TVE). El sonido de la selva, enigmático, balsámico, que enjuga el somnoliento momento de la mejor forma.

He recibido una oferta de trabajo para ser secretaria. (Antena 3). Supra citato en La 1 TVE.

Coordenadas confirmadas. Equipo Alfa en posición. (Cuatro). La acción siempre es un recurso al que se alude cuando no se tienen más ideas, aunque la mayoría de las veces es lo que se necesita.

Si ese señor me ha grabado sin yo saberlo, lo denuncio. (Telecinco). La razón de la sinrazón que a mi razón no satisface.

Han pasado 28 minutos desde su fuga y nadie se ha dado cuenta. (La Sexta). El vomitorio de información descontrolada de una investigación atropellada por querer llegar antes que nadie.

Pues si no la tenemos al amanecer, cojo todo lo que pueda y me largo. (Televisión Canaria). Dos tiros que se escapan cada cinco minutos rozando las cabezas de los que están al fondo de la barra y de los que están en el sofá en casa.

La primera vez que entré en el vestuario de los Knicks fue algo alucinante. (Canal +). Saber sobre lo que ningún espectador ordinario quiere saber siempre es atractivo y seductor.



22.50 horas


No es un león, es un guepardo bastante grande. Matarlo no sería una gran hazaña. (La 1 TVE). Aquí hay algo que no casa: o la hora, o la temática, o la desgana. ¿Quizás la propia cadena?

Ahora tienes que decirme algo al oído. Eres lo más importante que me ha pasado. (La 2 TVE). El cine sugerente siempre se sirve en platos calientes, aunque sean de precios baratos.

Y esta semana sube dos posiciones. Y es justo. Lo que estás haciendo es muy bueno. (Antena 3). Rienda suelta a la representación del arte actual basado en copias mediocres de éxitos dudosos de antaño.

Un producto que elimina las manchas el doble de rápido que otras marcas. (Cuatro). Imprescindible, el recurso más importante del género televisivo.

Le pido perdón por todo lo que dije sobre ella. Por lo menos, no lo reitero. (Telecinco). Donde dije digo, digo Diego, que uno tiene sus errores. ¿Quién no denuncia a otro de los malos actos cometidos por nosotros mismos? Ah, ¿no? Entonces usted no es español.

Los ciudadanos me han votado porque soy independiente y eso es lo que voy a seguir siendo. (La Sexta). Continúa el periodismo trepidante de investigación. Volveremos a hacer la misma pregunta hasta que se canse y diga lo que queremos oír.

Cuando llega el mes de octubre, llega el mes de honrar a la virgen, la virgen del Rosario. (Televisión Canaria). Dirigido a la mayoría de los telespectadores empecinados en que lo autóctono es la presentación hortera de programas cutres con fórmulas de TVE de los años sesenta, digo noventa, digo 2015.

Bienvenidos una noche más. Tenemos hora y media para hablar de todo el fútbol. (Canal +). Más tiempo dedicado a lo que pasa fuera de las líneas de cal que dentro del rectángulo. ¿Será también un nuevo tipo de periodismo de investigación? Que lo mismo te comentan un partido que te entrevistan a Abu Bakr al Baghdadi.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Del púrpura intenso al blanco serpiente

El último disco de Whitesnake podrá ser criticado por no ser un disco de nuevas canciones. Hasta ahí todo correcto. Pero dos hechos son indudables.

El primero es que ha despertado en muchos algunos recuerdos (olvidados o en barbecho) y en otros tantos ha abierto la posibilidad de conocer y acercarse a la obra de una de las mejores bandas de la historia del rock: Deep Purple. La banda precursora de varios subgéneros del rock, la banda más ruidosa del mundo, la primera banda de rock en tocar junto a una orquesta, la primera en traspasar el Telón de Acero en plena Guerra Fría, la primera que usó una aeronave propia para trasladarse a un concierto, la banda que grabó y difundió la primera película de un concierto musical de larga duración...

Mural de David Coverdale en Bulgaria

El segundo hecho es volver a poner una vez más en el panorama mundial a otra banda que comanda y dirige el frontman David Coverdale, quien ha comenzado en mayo de este año una demencial gira de 82 actuaciones (prácticamente, una cada noche) por EEUU, Japón y Europa, que finalizará en diciembre (de momento). La idea es promocionar este lanzamiento que rememora momentos mágicos de la historia del rock con mayúsculas y sumar a estas actuaciones los ya clásicos de la banda de la serpiente blanca.

El resultado de esta obra (The Purple Album) es una revisión, a modo de "Greatest Hits", de la etapa del inglés como cantante de los Purple. Probablemente no haya ningún tema que destaque sobre el original, pero sí que la elección está hecha a conciencia y la instrumentación, más la actual voz desgastada de Coverdale, aporta matices diferentes que son muy bien recibidos. En efecto, la voz del de Yorkshire ya no es la misma pero, teniendo en cuenta que el instrumento de la voz es el único que se desgasta con el tiempo, aún sigue conservando detalles de antaño.

Centrémonos y veamos a qué etapa de la larguísima y cambiante vida de los Purple nos referimos.

Hacia 1973 la grandiosa banda pasaba por unos momentos tortuosos: la lucha de egos se había acrecentado y Ian Gillan no estaba por la labor de continuar el camino marcado en ese momento por el superego de Ritchie Blackmore. La marcha de Gillan llevó aparejada la de Roger Glover. Se descomponía la famosa y mejor alineación de Deep Purple, más conocida como "Mark II". La banda se completaba con los pesos pesados Ian Paice y el tristemente desaparecido Jon Lord. Un plantel que parecía irreemplazable, en el que la suma de sus partes era tan asombrosa como el resultado del todo.

Mark II

¿Quiénes serían capaces de ocupar esos puestos? Glenn Hughes (en Trapeze en aquel momento) era perfecto para el puesto por su versatilidad: tocaba extraordinariamente el bajo y poseía una gran voz cargada de rock y de soul. El objetivo era buscar a alguien que se fundiera a la perfección en ese telón de fondo. Al mismísimo Paul Rodgers le temblaron las piernas cuando se lo propusieron y no pudo aceptar. David, un chico que vendía pantalones en una boutique y al que le gustaba esto del rock, había enviado una defectuosa demo al anuncio que los miembros de Deep Purple habían publicado buscando vocalista. Sorprendentemente, David fue elegido. Jon Lord argumentó que en aquella grabación "había cinco segundos en los que su voz se elevaba y demostraba algo". Así es, esa es la virtud de Coverdale, una voz llena de rock y mucho blues, una voz que en un imperceptible espacio de tiempo pasa del susurro al aullido, como una bendición.

Mark III

La complementación entre Coverdale y Hughes fue perfecta. Se subieron al escenario y la química empezó a funcionar. Más de 260000 personas, que se dice pronto, se reunieron en California para ver la nueva alineación. Y cayeron rendidos ante el embrujo.



Se había armado la "Mark III", una formación que grabó, pese a quien le pese, dos grandes discos: Burn y Stormbringer, ambos de 1974. Quizás no sean las mejores obras de los Purple, pero ahí quedaron registrados temas tan importantes en su trayectoria como Burn, You Fool No One, Mistreated, Stormbringer o Soldier Of  Fortune (canción con la que Coverdale suele acabar a capella sus espectáculos). Después de estas grabaciones, el ínclito Blackmore huyó espantado por la dirección musical que tomaba el grupo. Su ego no podía soportar la intromisión en el protagonismo que estaba perdiendo: demasiado blues, soul y funky para él.

Todo el mundo pensó que la banda se desmembraría sin la presencia del "jefecito", pero no fue así. Aún hubo tiempo para formar la "Mark IV",  junto al malogrado Tommy Bolin, y grabar Come Taste The Band, un trabajo mucho más comercial que los anteriormente realizados, pero con muchísima calidad. Prueba de ello fueron los éxitos Comin´ Home, Lady Luck o la erizante You Keep On Moving.



Pero la adicción a la heroína del jovencísimo Bolin no era compatible con el rendimiento en el escenario y el castillo de naipes se fue cayendo. El resto de miembros ya lo sabía y empezaron a preparar sus proyectos por separado. David Coverdale comenzaría una nueva carrera, al principio un tanto irregular e impulsada por la inercia de su paso por Deep Purple. Cuando por fin tomó el rumbo adecuado y aclaró hacia dónde se dirigía, la constancia y el empecinamiento le depararon grandes éxitos en el futuro, aunque no le faltaron las piedras en el camino.


Pero esa es otra historia.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Aguere, ciudad de La Laguna

Adoro La Laguna.

Aquella ciudad que se mostraba hace unos años desgastada por el tiempo, nunca fue vista por nuestros ojos universitarios como arcaica, sino como sinónimo de cultura, amistades y jolgorio nocturno. Se nos quedó en el hipocampo al contrario de como se suele guardar un lugar entrañable en el recuerdo: ahora ese recuerdo es más interesante, atractivo; una versión mejorada de aquella época, que responde a las exigencias actuales de una ciudad perfectamente integrada en su contexto histórico y cultural.



Me entusiasma que San Benito haga que el timple canario de sudorosas manos resuene en las calles y las impregne de tradiciones con olor a campo. Al día siguiente siempre podremos deslizarnos hacia el metapulmón del Camino Largo, lugar idóneo para pasear o correr, aunque esta última actividad pueda transformarse en un verbo en forma reflexiva por la noche.

Disfruto tomándome una cerveza o un vino en la Venta de la Esquina o en el Venezia, mientras nos mira atenta la torre de la Concepción, escrupuloso testigo de la visita al Punto Criollo en busca de un gofio ensalsado o unas arepas de mechada.

Me agrada pasear por esas calles peatonales que antaño fueron carretera y acera maltrecha; bajar la calle Herradores y pararme en la Tasca de Óscar, la casa del pintor surrealista. Un montadito acompañado de un vino y un saludo a Toni, aquel que hace años me preparaba el bocadillo de lomo en el bar Benidorm, mientras su padre, don Antonio, pelaba y picaba las papas para hacer su famosa tortilla y su hermano Jorge sonreía ante las anécdotas que el pícaro don Antonio dejaba siempre inconclusas.



Aquellos bares de las últimas décadas del siglo XX se han convertido en centenares de bonitas tascas, agradables restaurantes o lugares de tapeo. 


Me distrae hacer algunas compras en esa misma acera y atravesar la galería que conduce al antiguo Cine Aguere. Ahora es un espacio cultural con una acogedora entrada en la que hemos esperado muchas veces antes de disfrutar de películas o exhibiciones musicales como la de Carmine Appice, Javier Vargas y Paul Shortino.





La plaza del Adelantado, abriendo espacio, circundada por el ayuntamiento, la monja incorrupta y el Palacio de Nava, uno de tantos palacetes distribuidos por la ciudad, cuya tertulia literaria se extingue dentro del abandonado edificio, sin las voces del mercado que aún no ha regresado a este lugar emblemático. Es este palacio una de las estaciones de la ruta matemática lagunera, que descubre ejemplos de proporción áurea por toda la ciudad.



A pocos pasos de donde se celebraba la famosa tertulia, cientos de años más tarde se nos muestra una inscripción que recurre a la "incorrección política".



Me gusta subir la calle Carrera escaparateando y hacer una pequeña parada en la plaza de la catedral, donde en un recuerdo nocturno y borroso se visualizan unos patos que tratan de escapar de la fechoría de unos jóvenes estudiantes que se dirigían a placenteros y trasnochados infiernos. Me despierto.

Me agrada acudir a algún evento al reabierto y reformado Teatro Leal, frente al entrañable Hotel Aguere; encontrarme por el camino al eterno heavy metal de mi época estudiantil que baja la calle con su sempiterna camiseta negra de Queensrÿche y cruzar nuestras miradas cómplices, más por las coincidencias estético-musicales que por conocernos.



Que te dé la brisa en la cara en la avenida Trinidad es un deporte que todo lagunero ha experimentado alguna vez. Por allí todos caminábamos para terminar de despertar, carpeta bajo el brazo, y alcanzar el edificio más antiguo de la universidad. Ahora el recorrido lo hacemos para indagar entre estanterías en el catálogo de la librería Lemus.

La Plaza del Cristo, olor a pólvora húmeda, conciertos al aire libre, productos frescos en la nueva ubicación del mercado.

Calle San Agustín. ¿Cuántos intelectuales la habrán recorrido? El fantasmagórico Palacio de Lercano alberga hoy el Museo de Historia y Antropología, aunque después de la visita solo retumbe en tu cabeza los chasquidos del carruaje del señor de la casa entrando a las caballerizas del palacete. Allí, en la religiosa calle, en un marco colonial incomparable, se encuentran ubicadas la UNED, frente a la antigua Universidad de San Fernando y actual Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife; la Fundación Cristino Vera con su sala de exposiciones; la casa Salazar; el antiguo Convento y actual IES Cabera Pinto; el Hospital de Dolores; o la Casa Montañés (actual sede del Consejo Consultivo de Canarias). Todavía hoy se puede sentir un escalofrío cuando alcanzamos la iglesia devastada por el terrible incendio de 1964 que, como si de una maldición se tratase, se repetiría en el edificio del Obispado de la misma calle en 2006.





El Pasaje de la Concepción, un nuevo espacio de ocio, alejado del denostado Cuadrilátero que llenaba las calles de etílicas charlas provocadas en la esquina de La Troya y rematadas más tarde en el Blues Bar. Por la mañana este pasaje se cruza para hurgar entre las portadas de discos o rebuscar entre camisetas con mensaje; por la noche se atraviesa para disfrutar de música en directo junto a amigos y copas.



Casi sin darnos cuenta hemos cruzado el casco histórico, que mantiene el mismo trazado del siglo XV, sobre los pasadizos ocultos por los que probablemente misteriosos personajes circulaban de forma clandestina a lo largo de la ciudad.


Me seduce la fina lluvia de Aguere en primavera, teñida por el rastro que deja el incienso de procesiones de Semana Santa. Me gusta quejarme del frío que hace en invierno porque siempre se soluciona con un buen abrigo o cobijándose en cualquiera de los innumerables lugares que nos ofrece la ciudad. Me embelesa su verano porque los cobijos siguen estando ahí en esta estación calurosa, endulzada por la brisa que baja la calle por la tarde. El encanto de las fachadas invernales aumenta durante el otoño y se intensifica con la luz veraniega, dejando pequeños detalles al descubierto. No es de extrañar que el artista sudafricano Conrad Van Wick se haya enamorado recientemente de esta ciudad y haya querido plasmarla en sus obras.









Siempre que voy a La Laguna duermo en el edificio que hoy se eleva sobre el antiguo campo de fútbol de la calle San Juan. Desde allí, casi en el corazón de la ciudad y perfectamente acompañado, se puede contemplar la incordiosa niebla veraniega de Los Rodeos; desde allí, pasada la medianoche, se oye cómo regresan a casa los jóvenes estudiantes después de una velada agradable.


Como ya se sabe, hay personas que pasan por la universidad pero la universidad no pasa por ellas. No obstante, todos aquellos que estudiamos en La Laguna, la antigua Aguere, somos también laguneros, y nos vemos orgullosamente obligados a volver a ella una y otra vez.

miércoles, 22 de julio de 2015

Perr(l)as de música: liposucción musical para Cenicienta en el espacio exterior


Mystoria de Amplifier (2014): liposucción musical. Parte de la crítica ha caído en lo fácil con este último trabajo de la banda de Manchester: han querido analizarla haciendo comparaciones con su magistral Octopus. Craso error. Dos cosas solo son comparables en el mismo contexto. Como ellos mismos han declarado, lo que querían era volver a sus raíces, "desarrollado un nuevo concepto, una fórmula sin sentido; podríamos llamarlo liposucción musical". Y así es. Y la verdad es que les ha salido fantástico, digan lo que digan algunos críticos. Una vez se haya empezado a escuchar esta grabación no se puede parar. Se trasciende lo progresivo y se ilumina con flashes de stoner, space o incluso blues y riffes del metal más melódico en busca de una aparente sencillez (Named After Rocky)En definitiva, un disco con una trabajada composición (en la que destaca esta vez una formidable ejecución de batería) de la que se elimina todo detalle innecesario y todo lo que pueda oler a lo que ya está hecho, dejando una gran pureza musical (véase la juguetona Cat´s Cradle). Mientras no aparezcan los Porcupine Tree con nuevo álbum, aquí está el grupo.





Cannibals de Richie Kotzen (2015): savoir faire. Este es otro "zas en toda la boca" para los "pesaditos" que se pasan media vida diciendo que estos músicos virtuosos solo hacen música para otros músicos, sin haber escuchado ni una nota de sus producciones. Aquí tenemos a un tipo que, después de grabar un enorme disco con The Winery Dogs y realizar una exitosa gira mundial, da a luz este delicioso disco de rhythm and blues y soul (con un toquecito de country y un puntito de rock), que podemos catar en delicias como In an instant. Otra etiqueta (de las de gama alta) para su extensísima producción individual y en otras bandas como la citada anteriormente, Mr. Big o Poison.






... The Stories We Could Tell de Mr. Big (2014): la sonrisa de la Cenicienta. Si bien este trabajo no supera su anterior What if..., aquí ha vuelto el Gran Señor a demostrarnos la habilidad musical hardrockera que poseen sus miembros. Las facultades instrumentales y vocales siguen tal cual, deslumbrantes. Un disco bastante comercial que arranca en cuarta velocidad con temas como Gotta Love The Ride y Forget To Breathe para hacer una estación en baladas como The Man Who Has Everything y en las que sobresale el buen hacer a la voz de Eric Martin. Monster In Me nos trae frescura con un riff guitarrero de Paul Gilbert y una base de bajo de Billy Sheeham que nos recuerda a algunas creaciones de Nuno Bethencourt en aquel entrañable Pornograffiti de Extreme. Después de pasar por los clásicos sonidos de la banda, nos vuelven a dar un empujón con la blusera Cinderella Smile para decidir que nos quedamos satisfechos de este trabajo. En fin, buen hard rock para todos los gustos.





Gravitas de Asia (2014): levitando en el espacio. Dos años después de lanzar su buen XXX, volvieron a la carga estos incombustibles que no se cansan de producir temas melódicos en la onda AOR progresiva, muchísimo más centrados en lo primero que en lo segundo. A Geoff Downes, John Wetton y Carl Palmer se les ha unido un joven guitarrista, Sam Coulson, un descubrimiento de Paul Gilbert que tiene la responsabilidad y el enorme placer de sustituir a nada menos que a Steve Howe. El trabajo es de los que podemos calificar de "no sorprendente, pero muy gratificante"; de los de poner en el coche para un largo y tranquilo recorrido.





martes, 23 de junio de 2015

Musicomicircus

El Palau Sant Jordi se vistió de gala para recibir a la banda de rock más caliente del mundo. Tras el ascenso a Montjuic, casi con la puesta de sol, el bocadillo de butifarra y la cerveza fría proveniente de unas manos del este de Europa, nos dirigimos hacia el pabellón. Estricto y correcto control de seguridad, y adentro. A la cabeza se nos vino el concierto de Scorpions del año pasado en Vista Alegre: allí todo fue confusión, colas serpenteantes y kilométricas (literalmente) que nos introdujeron en el barrio de Carabanchel, entrada al recinto cuando ya estaban acabando los teloneros, indicaciones confusas y personal casi inexistente. En fin, en el Palau fue todo lo contrario: fácil acceso, información y seguridad en todos lados. Menos mal que los Escorpiones nos hicieron olvidar rápidamente todo aquello.

A la hora en punto, los teloneros Dead Daisies salieron a escena. Difícil papeleta la de abrir para una de las grandes bandas de la historia del rock. Comandados por John Corabi (Mötley Crüe) y Marco Mendoza (Thin Lizzy, Whitesnake), quien tomó las riendas para interactuar con el público en su español chicano, se esforzaron en calentar motores durante sus 45 minutos de actuación. Con su hard rock angelino nos devolvieron a los locales de finales de los 80 de la costa oeste americana. La banda traía consigo a dos miembros de los actuales (y nefastos) Guns N´ Roses, el teclista Dizzy Reed y el guitarrista Richard Fortus, quien puso la imagen, las ganas y el desenfado sobre el escenario. Un grupo que es totalmente desconocido por estos lares, algo que supone un reto difícil de superar. Para paliar estas dificultades Mendoza recordó que "agarraran" su nuevo disco cuanto antes y se marcaron un par de clásicos que dejaron a la gente bastante satisfecha: Hush, el tema de Joe South popularizado por Deep Purple, y el archiversionado Helter Skelter de Beatles.



A estas horas, las gradas laterales ya estaban a tope de gente, no así la pista.

Faltaban tres minutos para las 9:30. Telón arriba con el nombre de la banda, esa marca que ha vendido y sigue vendiendo millones de objetos de merchandising. Suena por megafonía el lema del grupo: You wanted the best, You've got the best, the hottest band in the world... Kisssssssssssss.



Cae el telón, los acordes de Detroit Rock City resuenan acompañados por las primeras explosiones de la noche y confunden el sonido hasta casi el final de la canción. Sin descanso y con la ayuda de un genial equipo técnico, Simmons interpreta Deuce salvando la siempre difícil entrada. Mueve su cabeza de forma diabólica y teatral, estampa a la audiencia su ya clásico I wanna hear you entre estrofa y estribillo, le regala al público su encantadora mirada asesina y su lengua parece lamer la cara de todos los asistentes. Las cosas se ponen en su sitio.

Pero realmente, hasta que no sonaron los primeros acordes y versos de Psycho Circus, no nos dimos cuenta del mensaje y significado de aquel espectáculo: Hello! / Here I am! Here we are / We are one/ I've been waiting for this night to come / Get up! Now it's time for me to take my place / The make-up runnin' down my face / We're exiles from the human race / You're in the psy, You're in the Psycho Circus / I say Welcome to the show. Un despliegue absoluto de pirotecnia, luces, láser, brillantina, disfraces, maquillaje, papeletas que vuelan por los aires, cámaras que captan todos los detalles y que, a través de las enormes pantallas situadas estratégicamente, trasladan al público al escenario y acercan el escenario al público.



Sin duda alguna, el mejor de la noche fue Gene Simmons, el Demonio. Perfecto en la interpretación vocal, que alcanza casi el 50% del set. Dinámico en el escenario, lanza fuego por su boca y toma entre sus vampíricas manos una espada-antorcha que clava en medio del escenario para calentar aún más al encendido público. Tras la celebrada y coreada Lick it up, su personaje comienza a actuar desafiando al público con miradas que acompaña de rugidos que provoca su distorsionado bajo. Y tras escupir sangre por la boca y manchar la parte delantera de su traje, vuela a una velocidad endiablada hacia lo alto del pabellón para posarse en una plataforma desde la que comienza a interpretar God of thunder. El corazón se nos encogió. Juraríamos ante Dios que voló de verdad.



Paul Stanley hizo de maestro de ceremonias interactuando verbal y físicamente con el público. Introdujo cada tema en su contexto histórico, clásico tras clásico: I love it loud, War Machine (respaldada por un fantástico vídeo en la pantallas), Do you love me, Calling Dr. Love, Cold Gin o un grandioso The Creatures of the night... Habló del tamaño de sus plataformas, nos hizo competir con las gradas para ver quién aullaba más, nos mostró a través de las cámaras a la enfurecida Kiss Army española, agradeció nuestra asistencia y nos hizo creer (así lo aseguró) que el rock and roll estaba allí para nosotros, para "Baselona" (según dijo). Surcó una vez más el cielo blandiendo sus "armas del amor" para regresar con el "diamante negro" entre sus manos. Ya en la plataforma central que da vueltas como un tiovivo, a escasos diez metros de nuestra posición, se engancha la guitarra y exhala los primeros versos de Love Gun: I really love you, baby / I love what you've got / Let's get together, we can...get hot. Fue ahí cuando se pudo confirmar lo que ya se venía apreciando: su voz de agudos inalcanzables ya no es la que era. El muy listo dosificaba al máximo sus vocales y, cuando no llegaba a la octava alta, bajaba dos más. El muy seductor se mordía el labio, movía su cadera con sus típicos saltitos juveniles, guiñaba el ojo o enviaba un beso con la púa entre sus dedos. Más que suficiente para enloquecer al público y hacerle cantar hasta la extenuación. El héroe regresa al escenario tras su baño de masas a través de la tirolina mientras Eric Singer interpreta Black Diamond y su batería se eleva en una plataforma a lo más alto. No hay tregua.



El solo de batería de Singer consiste en tocar toda la cacharrería que tiene armada mientras la plataforma sube y baja. El solo de guitarra de Tommy Thayer, por llamarlo de alguna manera, se limita a excretar una escala tras otra sin ningún rumbo aparente, pendiente de que salgan despedidos los cohetes que tiene insertados en el mástil. Poca cosa para un buen guitarrista. Su duración es breve y no enturbia el espectáculo. Se toma más como el merecido descanso de unos señores de 63 y 65 años.

Los cañones de fuego se activan a la vez que Eric Singer golpea la caja y la traca de petardos no permite ninguna distracción sobre el escenario. El grupo se retira y regresa a escena rápidamente. Saludan y ataviados de sus instrumentos nos dan la última y esperada descarga: Shout it out loud, I was made for lovin´you y la festera Rock and roll all nite, con la que el público se desgañita finalmente bajo la lluvia de confeti que inunda el pabellón.

Las 11:00 de la noche. Una última caña en la barra del fondo mientras suena God Gave rock and roll to you II y con la sensación de que el espectáculo ha sido corto pero intenso.

Si te gusta la música, puedes escucharla. Si te gusta el cómic, puedes leer uno. Si te gusta el circo, puedes acercarte a la carpa. Si te gustan las tres cosas a la vez, tienes que ver a Kiss: Welcome to the show.