El tren pasa varias veces

Un dedo se desplaza por la mesilla de noche para darle al play que desata ritmos y acordes diferentes. Sirenas que abren paso al día ¿o a la noche? Mi banda sonora durante varios años ofrecida por una grabación de 1987. ¡Qué gran año para la música!

Este mes se cumplía el 25º aniversario del Appetite for destruction de Guns n´Roses. No  podía dejar pasar la oportunidad. Se trata del mejor disco debut de la historia del rock y uno de los más vendidos de todos los tiempos (30 millones de copias, se dice pronto), a pesar de la negativa de la MTV a mostrar sus vídeos debido a la controvertida portada.

Dejando atrás la estadística, el disco supuso una vuelta de tuerca al rock por parte de cinco tíos estrafalarios con distintas influencias musicales que vivían al borde de un abismo. Se publica en medio del éxito de un avispero de bandas, justo cuando se creía que el rock ya lo había dado todo (¡qué ingenuos, el rock es el único género que siempre admite cambios!). Una grabación que culminaba una década grandiosa y anunciaba un to be continued. Una creación única de estilo propio que escupe letras irreverentes sobre hechos que ocurren en la ciudad-jungla, donde el Capitán América es convertido en un bufón de la corte, donde se juega con Mr. Brownstone o donde un robot violador hace de las suyas sin ningún reparo, dejando también espacio para momentos más dulces.

En el disco no sobra ni falta nada. Se da la bienvenida, nos subimos al tren de las historias de la noche y el disco se despide como un cohete que vemos pasar y deseamos que alguna vez vuelva. En medio de todo eso aparece la archiconocida balada Sweet child o´mine o el clásico para corear Paradise city. Pero yo los invito a la estación de salida y a la de llegada.