jueves, 25 de septiembre de 2014

Púber



Nada de lo que parece ser importante me preocupa.
Para mí solo es urgente no poder estar
en los sitios donde no puedo estar.

Tengo ansias de estar al lado de todas las chicas
pero, en un abrir y cerrar de ojos,
el balón que porta un amigo
me hace olvidar cualquier encanto femenino.

Esta semana me gusta Ana
pero la semana pasada me gustaba Carla.

Carla me alarmó con un nosequedeinmaduro.
Ana no me dice nada de eso,
se limita a sentarse a mi lado
hasta que todos pasan de largo.
Lo pasamos muy bien juntos.

¡Maldito grano metastásico
que aparece en cualquier parte del cuerpo!

Odio que mi madre me obligue
a revisar el estado de la parte trasera de mis orejas.
¿Qué se cree?, ¿que no me las limpio?
Siempre con la misma música.

Aún sigo preguntándome
por qué demonios
me riñó el profe hoy en clase.
Yo creo que me tiene manía.

Ayer todo me sonreía.
Hoy todo está en mi contra.
Y, ¿mañana?

Sigo sin entender por qué siento cólera
y tengo ganas de suplicar a la vez.

Vikowski

3 comentarios:

  1. Me acabo de dar cuenta de lo mucho que se parece la adolescencia al síndrome premenstrual. ¡Jodidas hormonas!

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  2. Leyendo esto se agradece estar bastante lejos de esa etapa de la vida. Gracias por recordarme lo maravilloso de la madurez...

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  3. Interesante visión la similitud con el síndrome premenstrual, Yeg. No se me había ocurrido, pero por lo que se ve desde fuera puede que tenga mucha relación.
    Por otro lado, Milcar, esta etapa de pubertad representa irritación, descontrol, desmesura, etc., pero sobre todo supone exploración, improvisación, espontaneidad y mucha mucha vitalidad. Por eso, me gusta estar cerca de los que están pasando por ella y, simplemente, poder aportar con líneas discontinuas los caminos por los que podrían transitar y descubrir algo nuevo.

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