martes, 29 de diciembre de 2015

Record-mendaciones: propuestas musicales para despedir el año

Golgotha de WASP. Una producción de altísimo nivel de letras religiosas y épicas y que nos traslada en intenciones a aquel sorprendente The Headless Children de 1989. La voz imperecedera del líder de la banda, Blackie Lawless, sigue estando sencillamente soberbia. Desde el primer momento nos seduce con esos arpegios distorsionados marca de la casa en Scream y nos mete en el segundo tema, Last Runaway, sin pestañear y sin perder ningún atractivo. Dos medios tiempos (como la extraordinaria Golgotha), una balada, vuelta a la caña y Santiago y cierra España. La virtud de este disco es que queda incorporado al imaginario WASP casi desde la primera escucha: sus temas suenan como si siempre hubiesen estado ahí. La balada Miss You, muy en la onda de su mítica Sleeping (In The Fire), suena con un sentimiento insuperable y bordada por un solo de guitarra que hace erizar el vello de las partes más recónditas. Auténtico heavy metal americano que siempre sabe encontrar en el oyente la sintonía adecuada. 



Hot Streak de The Winery Dogs. Estar en racha: un simple apunte para un tremendo trabajo. Lo más difícil para una nueva banda que publica por primera vez un disco es mantener el nivel o mejorar el primero. Las dos cosas es lo que ha hecho esta enorme banda que, en forma de power trío, está haciendo las delicias en escenarios de medio mundo. En su visita a España, nos trasladaremos hasta Madrid el próximo 9 de febrero para comprobarlo. Por lo tanto, nada más que añadir, salvo la promesa de reseñar a través de una crónica en Agua de Gula ese concierto.



Blaster de Scott Weiland & The Wildabouts. El rayo que no cesa. Trabajo nominado para ser disco de culto. Y no solo por su calidad, que la tiene y es mucha, sino también por las desgracias que se ciernen sobre este grupo y este disco: la muerte del guitarrista Jeremy Brown un día antes de la publicación del disco y la muy sonada de Scott Weiland el pasado 3 de diciembre en plena gira. Auténticas muestras de vidas roqueras rodeadas de los matices personales y profesionales que les queramos dar. No se me ocurre mejor forma de trascender en la historia de la música rock. Si lo tenían preparado, les ha salido genial. Descansen en paz.
En otro orden de cosas, el disco es una joyita del rock sin etiquetas, que se mueve, como no podía ser de otra forma, bajo los mejores parámetros de Stone Temple Piltos y Velvet Revolver (los dos grupos por los que pasó Weiland, pero de los que salió fulminado como un rayo, que no raya). Muy apetecible a cualquier hora por su frescura y por lo pegadizo de algunos estribillos. Riff tras riff, como el de Modzilla o el de Parachute, que enganchan el rock con el pop que emerge en Beach Pop (¿un guiño a los Beach Boys?) magistralmente.



Book of Souls de Iron Maiden. La vieja doncella vuelve a lo grande. Recuerdos de Seventh Son of a Seventh Son por aquello de la composición conceptual y canciones largas como Empire of the Clouds (extraordinaria) o The Red and the Black en un tono progresivo por la redundancia en sus riffs y que, en este caso, parece estar pensada para el directo y corear hasta la extenuación. Eso sí, con lo que duran dos temas de estos más The Trooper y Aces High, un concierto actual de los Maiden estaría casi finiquitado. En definitiva, no decepcionará en absoluto a sus seguidores porque ahí siguen estando los fantásticos cambios de ritmo, la voz imperecedera del piloto de aviación Bruce Dickinson (que superó un cáncer de lengua recientemente) y el caballo desbocado (léase el bajo de Steve Harris), seña de identidad de la banda.



The Way Life Goes de Tom Keifer. La madura Cenicienta se pasea con total desparpajo. Se trata de un trabajo del año 2013, aunque haya caído en nuestras manos recientemente, que se lee como una montaña rusa: se comienza en lo más alto con el tema introductorio y se baja (en intensidad) hacia temas lentos, para volver de nuevo al heavy-country, seña identitaria de Cinderella, la vida central de este gran artista. Muy recomendable para estas fechas.




Inmortalized de Disturbed. La voz que sigue el riff. Después de ver el tráiler Past & Present que anunciaba la salida a la venta de Inmortalized, el cuerpo se nos estremeció para salir en su búsqueda. Disturbed han vuelto a recordarnos que aquella banda que nos dejó a todos boquiabiertos con aquel tremendo debut (y aquellos temas como Down the Sickness o Stupify) no se convirtió en un desaparecido más, como tantos de aquella época que eclosionaron con el nu-metal. Probablemente porque siempre fue un grupo distinto que combinaba ese nuevo sonido con el metal industrial sin olvidar nunca que esto iba, al fin y al cabo, de metal. Los particulares riffs de guitarra y ultrarrítmicos bajo y batería siguen haciendo de ola que surfea la voz de David Draiman como lo ha hecho siempre. Por otro lado, es probable que en este álbum sobre algún tema que parece más de relleno o que no encaja con la línea que sigue el trabajo (citemos como ejemplos la versión de Sound of Silence de Simon & Garfunkel o la electrónica You´re mine). No obstante, es casi seguro que la popera y comercial The Light acercará el sonido de la banda a oídos que se tornan normalmente cerrados en detrimento de registros propios como Open Your Eyes o Who y puedan llegar a ver la luz.


Feliz año 2016

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