Si
aceptamos que la vida humana se rige por la razón, la posibilidad de vivir
queda destruida.
Into the wild
¿Por
qué un joven que acababa de graduarse decide cortar todos los lazos con su
familia y perderse en una región inhóspita? A veces se aprende más de la
convivencia con una pareja de hippies, de un agricultor con pasado delictivo o
de la experiencia de un maduro señor.
El
origen de todo parte de una historia real, pero quien la difunde es John
Krakauer, periodista que quedó impresionado cuando conoció el camino que supuso
la vida de Chris MacCandless. No tuvo más remedio que plasmarla en un libro y
hacérsela llegar al mundo. Sin
embargo, esta historia se posó en mis dominios a través de un disco: una
curiosidad me llevó a escuchar el primer trabajo en solitario de Eddie Vedder,
líder de Pearl Jam.
Profundizando
un poco, descubrí que el disco era un encargo de un actor amigo suyo, un tal
Sean Penn. Penn, director y guionista, quería que Vedder pusiera música a su
proyecto cinematográfico y para ello le pasó un fragmento de la grabación de la
película. Vedder se quedó tan impresionado con la narración de las imágenes,
que al día siguiente ya estaba escribiendo una obra musical que ayudaría a relatar
la historia. No se trata de un complemento banal para lucir las habilidades
creativas del músico ni para impresionar al espectador a través de los títulos
de crédito. Es un elemento narrativo más.
Viajar hacia el interior y salir victorioso
de la revolución espiritual
Era
evidente, el siguiente paso era ver la película (aún desconocía que existía el
libro de Krakauer). La historia va tomando forma y orden, historia que ya se
dejaba entrever en la música y que ahora tomaba absoluta coherencia.
Fotografía, diálogos, planos cinematográficos, flashback… y, sobre todo, una
interpretación espectacular de un actor de solo 22 años, Emile Hirsch, que da total
verosimilitud a la obra. Peter Travers, reputado crítico de cine, dijo que el
filme “capturaba la majestuosidad y el terror de la naturaleza salvaje de un
modo que te hace contener el aliento”. Descubrir algo más sobre la película
antes de verla sería una idiotez.
¡A
por el libro! Había que leer el relato de los hechos. Un reportaje del
periodista arriba mencionado que añade a esta narración de fondo otras
historias subsidiarias con cierto paralelismo. Como muestra, me limitaré a
transcribir un fragmento de la obra que dejó huella en mi cabeza mucho tiempo.
Chris MacCandless o Alexander Supertramp, como prefieran, deja escrito en una
carta:
Son demasiadas las personas que se sienten
infelices y que no toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha
condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las
convenciones y el conformismo. Tal vez parezca que todo eso nos proporciona
serenidad, pero en realidad no hay nada más perjudicial para el espíritu
aventurero del hombre que la idea de un futuro estable. El núcleo esencial del
alma humana es la pasión por la aventura. La dicha de vivir proviene de
nuestros encuentros con experiencias nuevas y de ahí que no haya mayor dicha
que vivir con unos horizontes que cambian sin cesar, con un sol que es nuevo y
distinto cada día. (…) No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de
lugar, lleva una vida nómada, renueva cada día tus expectativas (…)
Te equivocas si piensas que la dicha
procede sólo o en su mayor parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto
por doquier. Se encuentra en todas y cada una de las cosas que podemos
experimentar. Sólo tenemos que ser valientes, rebelarnos contra nuestro estilo
de vida habitual y empezar a vivir al margen de las convenciones.
Lo que quiero decir es que no necesitas
tener a alguien contigo para traer una nueva luz a tu vida. Está ahí fuera,
sencillamente, esperando que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el
gesto de alcanzarla. Tu único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te
impide cambiar las circunstancias en que vives (…)
Tal
vez pase mucho tiempo antes de que regrese al sur. Si esta aventura termina mal
y nunca vuelves a tener noticias mías, quiero que sepas que te considero un
gran hombre. (…). Ahora me dirijo hacia tierras salvajes para vivir en plena
naturaleza.
Cada vez que escucho esta
canción se me hace un nudo en la garganta y se me humedecen los ojos, pero no,
no crean, cuando acaba la audición estoy lleno de felicidad, mi sensación es de
desahogo, de absoluta libertad. Pero la felicidad solo es real cuando se comparte. Y yo tengo necesidad de hacerlo.