sábado, 19 de enero de 2013

El autobús mágico hacia rutas salvajes

Si aceptamos que la vida humana se rige por la razón, la posibilidad de vivir queda destruida.
Into the wild


¿Por qué un joven que acababa de graduarse decide cortar todos los lazos con su familia y perderse en una región inhóspita? A veces se aprende más de la convivencia con una pareja de hippies, de un agricultor con pasado delictivo o de la experiencia de un maduro señor.


El origen de todo parte de una historia real, pero quien la difunde es John Krakauer, periodista que quedó impresionado cuando conoció el camino que supuso la vida de Chris MacCandless. No tuvo más remedio que plasmarla en un libro y hacérsela llegar al mundo. Sin embargo, esta historia se posó en mis dominios a través de un disco: una curiosidad me llevó a escuchar el primer trabajo en solitario de Eddie Vedder, líder de Pearl Jam.


Profundizando un poco, descubrí que el disco era un encargo de un actor amigo suyo, un tal Sean Penn. Penn, director y guionista, quería que Vedder pusiera música a su proyecto cinematográfico y para ello le pasó un fragmento de la grabación de la película. Vedder se quedó tan impresionado con la narración de las imágenes, que al día siguiente ya estaba escribiendo una obra musical que ayudaría a relatar la historia. No se trata de un complemento banal para lucir las habilidades creativas del músico ni para impresionar al espectador a través de los títulos de crédito. Es un elemento narrativo más.


Viajar hacia el interior y salir victorioso de la revolución espiritual

Era evidente, el siguiente paso era ver la película (aún desconocía que existía el libro de Krakauer). La historia va tomando forma y orden, historia que ya se dejaba entrever en la música y que ahora tomaba absoluta coherencia. Fotografía, diálogos, planos cinematográficos, flashback… y, sobre todo, una interpretación espectacular de un actor de solo 22 años, Emile Hirsch, que da total verosimilitud a la obra. Peter Travers, reputado crítico de cine, dijo que el filme “capturaba la majestuosidad y el terror de la naturaleza salvaje de un modo que te hace contener el aliento”. Descubrir algo más sobre la película antes de verla sería una idiotez.

¡A por el libro! Había que leer el relato de los hechos. Un reportaje del periodista arriba mencionado que añade a esta narración de fondo otras historias subsidiarias con cierto paralelismo. Como muestra, me limitaré a transcribir un fragmento de la obra que dejó huella en mi cabeza mucho tiempo. Chris MacCandless o Alexander Supertramp, como prefieran, deja escrito en una carta:

Son demasiadas las personas que se sienten infelices y que no toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las convenciones y el conformismo. Tal vez parezca que todo eso nos proporciona serenidad, pero en realidad no hay nada más perjudicial para el espíritu aventurero del hombre que la idea de un futuro estable. El núcleo esencial del alma humana es la pasión por la aventura. La dicha de vivir proviene de nuestros encuentros con experiencias nuevas y de ahí que no haya mayor dicha que vivir con unos horizontes que cambian sin cesar, con un sol que es nuevo y distinto cada día. (…) No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de lugar, lleva una vida nómada, renueva cada día tus expectativas (…)
Te equivocas si piensas que la dicha procede sólo o en su mayor parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto por doquier. Se encuentra en todas y cada una de las cosas que podemos experimentar. Sólo tenemos que ser valientes, rebelarnos contra nuestro estilo de vida habitual y empezar a vivir al margen de las convenciones.
Lo que quiero decir es que no necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz a tu vida. Está ahí fuera, sencillamente, esperando que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla. Tu único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te impide cambiar las circunstancias en que vives (…)

Tal vez pase mucho tiempo antes de que regrese al sur. Si esta aventura termina mal y nunca vuelves a tener noticias mías, quiero que sepas que te considero un gran hombre. (…). Ahora me dirijo hacia tierras salvajes para vivir en plena naturaleza.



Cada vez que escucho esta canción se me hace un nudo en la garganta y se me humedecen los ojos, pero no, no crean, cuando acaba la audición estoy lleno de felicidad, mi sensación es de desahogo, de absoluta libertad. Pero la felicidad solo es real cuando se comparte. Y yo tengo necesidad de hacerlo.