Desde
que soy mujer todo es distinto. He experimentado muchas sensaciones extrañas y
nuevas para mí. Mi cuerpo se balancea de una manera diferente cuando camino,
formando un pequeño ritual exótico al que me estoy acostumbrando gratamente.
Puedo ver la tele y leerme un libro al mismo tiempo con total comprensión. Me
molesta ver lo tontos que suelen ser los personajes femeninos de las películas
de domingo por la tarde. En realidad, eso también me molestaba antes, cuando
era hombre. Si busco la mantequilla en la nevera o la factura de la luz del mes
pasado las encuentro siempre en su sitio. Qué bien me hace sentir eso.
El
lunes, maldita sea, en una tienda de ropa corregí a un tío que había confundido
el naranja con el rosa palo. ¿Estaba ciego o qué? Sin embargo, me encantó que
me mirase de aquella forma al salir de allí. Me sonrojé y se me escapó una
pequeña sonrisa.
El
martes un señor me cedió el paso al salir de las oficinas del banco y lo
censuré con la mirada. Sin embargo, ese mismo día por la tarde, un hombre se
introdujo delante de mí en el ascensor y lo tildé de maleducado. Bueno, por lo
menos no era la misma persona de la mañana.
El
miércoles estábamos todas mis amigas juntas a la mesa con dos compañeros de
trabajo y, no sé cómo, se torció la cosa. Formamos un alboroto tremendo. Yo
alababa las habilidades de mis amigas hasta que de repente noté que me estaban
sacando ventaja frente a los chicos. Sentí un impulso extraño y empecé a
retarlas verbalmente. Me molestaba que mis compañeros se fijaran más en ellas
que en mí. Sentir eso es lo que me molestaba en realidad. Por suerte fui un
momento al baño y allí, mientras me liaba con la ropa que me tenía que quitar,
reflexioné y determiné que tenía que irme a casa. Ya no me lo estaba pasando
bien. ¡Dios!, ¿qué me pasa?
El
jueves Juan, el chico guapo que trabaja en la oficinas de al lado, me dijo que
me sentaba muy bien el pantalón que llevaba y yo le respondí irónicamente: «Sí,
supongo que igual que el lunes y el martes pasado». Ahora lleva un par de días
raro conmigo y no sé por qué. Incluso creo que me esquiva. Hay que ver cómo son
estos tíos. Antes, cuando no me hacía ese tipo de comentarios, me llamaba más
la atención. Ahora, me parece uno más.
¿Qué
querría decir este viernes por la mañana mi jefe cuando me comentó que teníamos
que hablar para acordar una estrategia común para la nueva campaña? Seguro que
ya tiene algo planeado, seguro que lo que quiere es decirme que no cuenta
conmigo esta vez. Debe ser eso, pues la última vez tuvo que admitir que mi
alternativa era mejor que la de él. Supongo que querrá dejar claro quién es el
jefe.
El
sábado le conté a mi amiga Marta todo esto y ella cree que tengo una visión
equivocada, que todavía tengo algo de hombre dentro de mí y por eso estoy
confundida.
Sinceramente,
es más fácil ser hombre. Pero los domingos tengo más tiempo para mí y se me
pasa la idea de dejar de ser mujer cuando me voy al espejo, me miro, me quito
el sujetador y me presiono las tetas con mis manos aún masculinas.
Los desvelos del tercer sexo, a medio camino entre dos mundos. Muy bueno el final o...¿habrá continuación?
ResponderEliminarY si mi parte masculina sale a la luz? Tendría que rascarme la entrepierna o dejar de leer mientras desayuno?...La esencia de las personas es eso y muuuuuchas cosas más. Tendremos que compartir y mezclar las esencias para ver cuál sería el resultado literario...
ResponderEliminarElla es un patio de recreo...
Ra.
El tercer sexo, ahí le has dado, Deif. Creo que es exactamente a lo que se refiere Raquel en su comentario. Pero ella ha enfocado el tema desde otro punto de vista. Su teoría de que todos somos lo mismo no es compartida por mí, pero entiendo la finalidad ideal a la que quiere llegar.
ResponderEliminarQuiero recordarle otra vez que autor autor no es igual a narrador. En cuanto se empieza a narrar el autor desaparece, se diluye y da paso a otra persona, aunque subyace el primero. No se trata de «lavarse las manos», es perspectivismo.
Aun así, te demuestro en realidad los «estereotipos» que se extraen del texto cuando quieras. Eso sí, déjate de partes masculinas, que tu feminidad, tal cual es, está perfecta.
Deif, creo que no habrá segunda parte. Se trata de un esbozo que, en todo caso, sería la premisa de una tesis que debo escribir junto a Carlos. Si nos prestas el título, «los desvelos del tercer sexo» me encanta.
Saludos a los dos y seguimos la charla.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVaya, vaya...Interesante el estudio de la psique femenina que entiendo que has tenido que realizar para "encarnarte" en mujer. Me ha gustado el ejercicio que has hecho al cambiar tu perspectiva del mundo, aunque creo que te has dejado llevar por algunos "topicazos". Por otro lado, veo que te ha costado mantener el mismo punto de vista hasta el final. Sé que tu parte masculina ha salido a flote. Me dirás que era un recurso literario, pero no me lo creo. Considero que te fue imposible mantenerlo hasta el final.
ResponderEliminarEl relato me ha encantado.
Gracias Dal Per. Seguro que tienes toda la razón en lo del recurso. De eso, tú sabes algo. Siempre hay algo de uno mismo en el otro ser.
ResponderEliminarLes dejo un enlace "muy interesante" que me ha enviado una amiga, la cual debería haber escrito algo aquí sobre su visión, que me ha sorprendido. Parece que la discusión iniciada tiene una base científica. No lo digo yo, ¿eh? No lo dejen de leer, cortito y claro.
ResponderEliminarhttp://www.muyinteresante.es/salud/articulo/el-cerebro-es-diferente-segun-el-sexo-731386090063#
No quiero terciar en el debate de fondo porque "en parte" soy juez y parte. Pero si decir que es una magistral recreación literaria de como bien dices una "premisa". Aunque pensándolo bien creo que es más oportuna y factible esta perspectiva fabuladora que la racional de una "tesis". Anímate y regala alguna entrega más al respecto y al respetable (sin género jajaja...).
ResponderEliminarMe gusta la idea, el enfoque desde otro punto de vista. Me gusta el relato, la expresión, el estilo... Pero no comparto tantos "esterotipos"
ResponderEliminarSecundo la idea de Carlos M. de regalarnos más entregas. Quiero pensar que en la esencia femenina hay algo más interesante que "encontrar la mantequilla en la nevera", distinguir "el rosa palo" o competir por atraer la atención de los hombres...
En todo los estereotipos hay un fondo de verdad. No pasa nada por aceptar las pequeñas miserias que suelen identificar a cada sexo, como que la mayoría de los hombres tienden a ser más simplones o a no abandonar del todo su parte infantil. Lo que no puede ser es pensar que el sexo es como ser de un equipo de fútbol o de un partido político que hay que defender a capa y espada y que no tiene defectos.
ResponderEliminarY tanto que tienen interesante, Milcar. La diferencia de tonalidades en los colores no es tontería. Tampoco lo es la competición del sexo. Gracias a ella hemos sobrevivido como especie. De todas formas, hay muchas más cosas interesantes (evidente y evidentes), pero insisto en que el autor destaca las que desea en ese momento, las que le parecen más llamativas o más narrativas, a las que se les puede sacar más jugo.
ResponderEliminarVisto el éxito en los comentarios, a lo mejor me animo más adelante, no sé.
Desde aquí lanzo la pelota al tejado de Carlos, por diversos motivos: debates y charlas compartidas (él tiene mucha culpa de este relato) y porque es un gran escritor de relatos breves. Se siente.
Por otro lado, también invito a Deif a lo mismo, aunque sea a un ensayo más científico.
Me sumo a la petición de más entregas. El relato me gustó, el final no, aunque no pude evitar sonreir. Está bien explorar y explotar esa parte del otro género que llevamos dentro.
ResponderEliminarA ver si al final me tengo que animar a escribir más sobre el personaje convertido en mujer. Pero segundas partes casi nunca son buenas. Por lo que veo me volverán a caer las críticas sobre el asunto, y también algunos halagos.
ResponderEliminarAhora estoy con otras historias, pero si surge la inspiración más adelante no dudaré en hacerles otra entrega. Prometido.
Gracias a todos
Hace más tiempo del que aparento, nací mujer, y es cierto que en todo esto hay un fondo de verdad, te confirmo que haces bastante bien de nosotras,... yo he sido a veces, esa mujer,...y si las mujeres que no se sienten identificadas rebuscaran en su pasado encontrarían trozos de si mismas. También es cierto que somos algo más,con el "pack que describes venimos de serie", con el tiempo nos perfeccionamos y no sólo podemos hacer dos cosas,muchas leemos, vemos la tele, damos jarabe a la vez que hacemos una fritura y hablamos por teléfono con nuestras amigas, mientras intentamos balancearnos para que el magnetismo con el que iniciamos nuestras relaciones, se mantenga. Con el tiempo, nos sonrojamos menos y sonreímos más, sacamos ventajas a nuestras amigas frente a los chicos, porque nos divierte observar esos "típicos rituales masculinos" desde fuera, eso sí, con buena música de fondo,... si nos dicen que el pantalón nos sienta bien, no nos parece uno más, sino el mejor, al fin y al cabo te ha alegrado el día.Es cierto que es más fácil ser hombre,por eso hace tiempo que me he convertido y cuando puedo me rodeo de ellos y de mujeres hombre como yo, me parece todo más sencillo, más real. Hay una cosa que no comparto, piensas y piensan que cuando te presionas las tetas estás siendo hombre, siento decirte que sigues siendo mujer ,... sólo saboreas la libertad. Super Lola.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=g4tGUBpgUpk
Este comentario por lo menos me ha animado a pensar en escribir otro cachito de literatura y realidad.
ResponderEliminarMe gustó mucho el vídeo. Nada como los niños para transmitir nuestros deseos y ansias.
Gracias por tu sabio comentario.
Te buscaré en la red para saber de ti