Sin música la vida sería un error
Friedrich Nietzsche
Después de un duro día
de trabajo, te trasladas hasta el aparcamiento y entras en el coche; dedo al botón del play
y el cansancio va desapareciendo de vuelta a casa gracias a la música. Esto es
un sencillo, pero habitual, ejemplo del poder reparador de esta arte. Ya en la
Antigüedad Clásica, Platón decía que la música es al alma lo que la
gimnasia al cuerpo.
Aunque algunos hayan
pretendido históricas asociaciones malévolas, como hizo Hitler con Wagner, la
música es un lenguaje universal que no entiende de idiomas, ni de culturas, ni
de razas, ni de religiones, ni de sexos… Según el escritor Gonzalo Moure, «la
música es el medio para comunicar lo que las palabras no pueden».
La Fundación Barenboim
Said formó en 1999 la WEDO (West-Eastern
Divan Orchestra), compuesta por talentosos músicos palestinos y judíos con sede en Sevilla, y cuya
máxima defiende que “el conocimiento es el principio”.
Es
muy difícil imaginar que estas dos culturas tan enfrentadas desde hace más de
sesenta años se unan con facilidad para crear arte, para crear música, dejando
de lado cualquier dogma o precepto. Pero la música lo traspasa todo.
El compositor Eric Whitacre consiguió reunir un coro virtual de unas dos mil voces para unir todo
el mundo a través de la música.
Hay sociedades sin
escritura pero ninguna sin música. Leonard Bernstein decía que «la
música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido». Cuando se escucha música en grupo se produce una actividad
emocional que nos une, se forjan lazos sociales, se rebajan las tensiones y se
fomenta la cooperación. Como apostillaba Robert Browning, un poeta
inglés del siglo XIX, «el que escucha música siente que su soledad, de repente,
se puebla». Unos siglos antes, Cervantes escribía que «la música compone los
ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu».
Recientemente se ha descubierto
que al escuchar música se
activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y la empatía
(neuronas espejo). Aprendemos a hablar al escuchar los sonidos musicales del
lenguaje. Cuando hablamos cantamos, le damos ritmo a la conversación para
transmitir una u otra sensación.
La música nos hace sentir cosas diferentes según el momento. Nos hace identificar personas, lugares, situaciones... Forma parte de nuestra vida como un elemento imprescindible. Recordamos nuestras épocas pasadas apoyándonos en canciones que forman parte de nuestra particular banda sonora. La música proporciona recuerdos, sí, también tristes. Y así, se puede decir que una canción no gusta porque es capaz de evocar un momento de la vida que no satisface. No obstante, la música da unas pinceladas y transforma el peor momento en una obra admirable.
La música inunda otras
artes, como el cine, para completarlas. La banda sonora de una película nos
traduce las emociones y estados de ánimo de los personajes; sin ella el cine
pierde contenido o produce una ambigüedad que no es deseada por el director (a
veces sí lo es). El mismísimo Steven Spielberg decidió que la
vida extraterrestre se comunicaría con nosotros a través de una serie de cinco
notas en aquella inolvidable Encuentros
en la Tercera Fase.
No hay estación del año que
no recordemos gracias a ella, como los villancicos en Navidad o la canción del
verano. La música es parte de la publicidad; relacionamos una marca comercial
con una sintonía o canción. No es gratuito que muchas empresas nos hagan
esperar al otro lado del cable telefónico con una musiquilla. No hay tienda,
pub o centro comercial que se precie que no esté ambientada con canciones
acordes a la situación. Y no existe una buena fiesta si no hay música de fondo.
De todas las artes, la música es la más solidaria. Muchos músicos pertenecen a
organizaciones como Axis of Justice,
una organización fundada por Tom Morello de Rage Against The Machine y Serj
Tankian de System Of A Down con el fin de buscar mejoras en la política social.
Se graban discos benéficos como No Boundaries para recaudar fondos a
favor de los refugiados kosovares y en el que han participado artistas tan
dispares como Pearl Jam, Black Sabbath, Alanis Morissette, Neil Young,
Jamiroquai o Shakira. O se organizan conciertos con los mismos fines, en los
que se crea una magia que no aparece en ningún otro tipo de espectáculo. Es el
momento en el que algo inexplicable se apodera del entorno tocando conciencias.
No es de extrañar que el
reputado director de orquesta Pablo Heras-Casado esté convencido de que la
música es una combinación de análisis y pasión.
La
música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón. La música en vivo es la
interacción de las musas. Quizás algo de lo que otras artes carecen. Es el momento
en el que se presenta la obra de arte al público en tiempo real.
En 1969 Woodstock representaba a toda una
generación unida para protestar contra la guerra y en favor de la paz y el
amor. Más de 400000 personas se dieron cita durante los tres días que duró el
evento, pese a la lluvia que tiñó de sepia su recuerdo.
El Live Aid, concierto promovido en 1985 por Bob Geldof, reunió simultáneamente en Wembley y Filadelfia a los mejores artistas del momento en favor de los pueblos de África Occidental que sufrían una grave sequía. La actuación de U2 fue una de las más memorables cuando abrieron su actuación con la muy simbólica y emblemática Sunday Bloody Sunday o cuando sacó del público a una fan enfervorizada y bailó con ella. Mientras tanto, en la otra orilla del Atlántico las piernas de Tina Turner se deslizaban por el escenario para acompañar a un hiperventilado Mick Jagger.
1989. Moscow Music
Peace Festival. Era
la primera vez que las mejores bandas de hard rock cruzaban el histórico Telón
de Acero para darse cita en un enorme espectáculo a favor de la paz y en contra de las drogas, aunque
la mayoría de los músicos participantes llegaron en su particular vuelo psicotrópico.
El público del Lenin Stadium de Moscú enloqueció y se levantó de sus asientos
desde el primer momento (cosa que se les tenía totalmente prohibido). Los
soldados, que hacían de seguridad, no pudieron más que despojarse de sus
chaquetas y gorras uniéndose a la gran fiesta. Tres meses más tarde caía el
Muro de Berlín y dos años después la Unión Soviética. No es de extrañar que al
evento se le bautizara como el día en que
las guitarras fundieron el Telón de Acero. Si esto no se incluye en los
libros de Historia, Herodoto se removerá en su tumba.
Parece que todo lo que
podemos expresar sobre esta bella arte se queda corto o es insignificante. Las
musas me atraparon hace muchos años y no me han dejado salir de su universo.
Pero tampoco yo he necesitado en ningún momento huir de su en(canto).
Ambiciosa entrada el intento de asir el misterio de la fascinación universal de la música. Yo pienso que tiene que ver con el impacto inmediato que genera, a diferencia de otras artes que precisan de cierta predisposición. Emocionante el video de Cinderella y no se cómo no explotó el mundo cuando se juntaron en el escenario los poderes de Tina Turner y Mick Jagger.
ResponderEliminarLa verdad es que esta es una entrada un tanto cribada, pues tenía muchas más cosas preparadas, pero esto es un blog y no quería que saliese demasiado larga. Por otro lado, distribuirla en varias entradas me parecía descafeinarla. No sé si me equivoqué, pero ahí está. Grandes emociones nos unen, la música es la más englobadora.
ResponderEliminarSaludos
"Me gustaría hacer la lista de los cinco mejores discos que no te hacen sentir nada ( ). Cuando llegue a casa pienso poner los Beatles. ( ) Los Beatles eran como los cromos que venían con los chicles, o eran Help un sábado por la mañana en el cine del barrio, y aquellas guitarras de juguete con las que cantaba "Yellow Submarine" a voz en cuello cuando íbamos de excursión en el colegio, siempre en el último asiento del autobús. Son sensaciones que me pertenecen por entero, que no son mías y de Laura, ni mías y de Charlie, ni mías y de Alison Ashwork. Aunque me hagan sentir algo, no será nada malo."
ResponderEliminarAlta fidelidad, Nick Hornby
Lo estoy leyendo. Empecé ayer. Y voy por la mitad. ¡Jodido Hornby! Tenía miedo a que me decepcionase, pues las expectativas eran muy altas. Lo cierto es que me está llegando a las tripas.
¿Tienen también ustedes música "suya y de nadie" más? ¿Tablas de salvación a las que agarrarse para huir de un recuerdo que nos ahoga?
Sí, supongo que todos tenemos esa música. De todas formas, me gustaría hablar sobre qué tipo de música es exactamente (interesante)
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