The Winery Dogs de The Winery Dogs. Sin duda, será uno de
los mejores discos del año. Un soplo de aire fresco que viene a las mil
maravillas para reflotar, con la extrema calidad de sus creadores, la
exquisitez y sencillez del rock clásico: Richie Kotzen (Kotzen/Howe Project,
Poison, Mr. Big), presta su desconocida voz, que recuerda muchísimo a la de
Chris Cornell, a la vez que se encarga magistralmente de las seis cuerdas; el
gran Billy Sheehan (Mr. Big, Steve Vai) a las cuatro cuerdas; y, el omnipresente y versátil Mike Portnoy a las baquetas en su enésimo grupo. Un power trío de
lujo que no tiene pinta de perdurar en el tiempo. Ojalá nos equivoquemos.
Mientras tanto, a disfrutar de mucha melodía.
13 de Black Sabbath. Los inventores del heavy
metal han superado sus diferencias y han vuelto para quedarse un poquito más,
aunque no pudieran terminar de convencer a Bill Ward (¿pretensiones
económicas?). Pero no se rindieron y, ni cortos ni perezosos, han contratado a
Brad Wilk de Rage Against The Machine. La voz de Ozzy suena mejor que nunca,
incluso parece que ha perdido esa nasalidad que a los menos adeptos molestaba.
Geezer Butler, creador de todas las letras, está majestuoso y Iommi se encarga
de resucitar el temible tritono para aterrorizar al mundo.
Heavy Metal Music de
Newsted. El hijo pródigo regresa tras la expulsión, pero no a su antigua casa
de Metallica. Tras su fugaz paso por la interesante banda alternativa Echobrain
y algunas otras, Jason Newsted se planta con este disco de título simbólico que
se mezcla con un trash metal bastante correcto, pero nada sorprendente.
Salvando las grandes diferencias cualitativas, el sonido se podría situar entre
su exbanda Metallica y los Megadeth de Dave Mustaine, el otro desterrado de aquella
primera banda. Casi convendría que Newsted se uniera a este último y formaran
algo más interesante juntos.
Device de Device. Si te gustaron Disturbed y no
te importa que se le haya sumado a su sonido un salpimentado de música
electrónica, casi imperceptible, no hay duda de que los degustarás. Se había
dicho que la voz de David Draiman pasaba por graves dificultades, pero debe
haberse recuperado del todo porque no se nota absolutamente nada: la melodía
sigue saliendo despedida de su boca acompañando al ritmo de forma única.
Loud like love de Placebo. Esperadísimo
regreso de esta banda que siempre ha sonado diferente a todo lo demás. Sin
afirmar que su anterior Battle for the
sun fuera un mal disco, con este han vuelto a reafirmarse sobre su sonido
inicial, que aún tiene mucho que decir. Aunque se ha criticado las letras de esta última obra
por redundar en los mismos temas juveniles desde hace años, los que estamos más
pendientes de la melodía, riffs y ritmos, disfrutaremos de esta nueva entrega
muy bien equilibrada. Sin duda.
Le echaré una oreja al de The Winery Dogs que es el más cercano a mi actual sensibilidad. Escúchate el nuevo de Casablanca que por ahí anda. Y aléjate de Placebo, Victor Kiko!
ResponderEliminarGracias por el enlace.
Ya hice mi primer acercamiento a Casablanca. No suenan nada mal, tienen un no sé qué. Te contaré algo cuando los cate del todo.
ResponderEliminarPero en Casa Vikowski no se veta casi nada, y menos Placebo: los oídos siempre están abiertos a casi todo.