lunes, 25 de febrero de 2013

Ultramemia o huele a bobo en la Piel de Toro


Después de veinte años pintando una pared
La pared nos dice: “I´m sorry, play it again”.
¿A quién le echas la culpa de la nueva situación?
Si no es a Yoko Ono, que sea a Def Con Dos.

Para que una sociedad se movilice, primero tiene que haber un impulso, una denuncia previa. Máxime cuando se trata de una sociedad estática (y extática) como la nuestra. Para que miles de españoles se echaran a la calle aquel ya histórico 15-M, hubo antes declaraciones, publicaciones de escritos, miles de denuncias… En este sentido, la pintura, el cine, la literatura o la música tienen mucho que decir: es su responsabilidad enviar mensajes de reflexión. Las artes deben evadirse de las difíciles situaciones coetáneas o transmitir placer, pero también deben implicarse en la transformación de las sociedades como abanderadas del progreso e impulsoras de los grandes cambios que deben sufrir si se quiere marchar hacia delante sensatamente.

La música es un arte que nunca ha sido ajeno a ello. Géneros musicales como el rap, el punk y el metal-rock son los que más se han implicado en denunciar, aconsejar, hacer pensar, con lo que eso conlleva. Pero, ¿qué pasa cuando estos géneros se funden en uno? Pues que aparecen grupos como Def Con Dos. Seis dementes contra el mundo que “cambiaron de ideología” porque no fueron invitados al bodorrio palaciego de la hija de cierto expresidente, y “de vivir como monárquicos recalcitrantes, pasaron a republicanos de carácter dialogante”.

Un grupo De poca madre, defensor de las lenguas de Ultramemia (o lo que es lo mismo, España) y la cultura en todo su ancho significado. Un país, ahora más que nunca, que se viste de “pasodoble y juerga flamenca” donde “te morirás de asco bordando con tu tedio su bandera”.

Aquellos que se declaraban pirómanos y denunciaban el mal uso de los grandes escenarios de la ópera por parte de solo cuatro elegidos, mientras Montserrat Caballé lloraba a lágrima viva viendo cómo ardía El Liceo. O solicitaban con auténtica vehemencia la vasectomía por decreto para los padres irresponsables.

Grupo visionario donde los haya, que vio venir el reventón de la burbuja inmobiliaria y los actuales desahucios en Hipotécate tú. Que se aprendió al dedillo los Santos Evangelios para trabajar en la Gran Multinacional Que Nunca Quiebra, proporcionándole una “paga extra, un mes de vacaciones, una parroquia, un cáliz y sus cuatro pobres”. ¡Ay, cómo se viene a la memoria ese “España, aparta de mí este cáliz” del genial César Vallejo!



Banda que denunció el olvido del pasado en Alzheimer; la manipulación de la historia, en la que nada sorprende “el poco disimulo con que todo el mundo cambia de chaqueta, corbata, gabardina o chándal, pero nunca de gallumbos”.

Preguntado por su último disco, el líder del grupo César Strawberry, dice que con él buscan cárcel. Y no es de extrañar. Con un claro y directo “defínete, arriésgate, toma partido”, empujan a las masas a no quedarse de brazos cruzados ante la situación actual. En España es idiota responden con un “Ecce homo somos todos” a esa tan innecesaria como ridícula consigna de “¡Yo soy español!” que no viene a cuento. Y en El cazador de elefantes califican a quien todos sabemos de salvaje, putero y cocainómano (¡Dios santo!):

¿Quién es este Peter Sellers bolinga y desganado
Que jugó a ser cazador y terminó cazado?
Tarzán clama venganza, Tarzán planea su guerra
Porque dos reyes son mucho para una sola selva

A estas alturas solo se nos ocurre pedirles a los Def Con Dos que es el momento de que eleven la alerta y pasen a llamarse Def Con Tres.

Menos mal que el grupo siempre se toma todo con mucho humor y nos dejan siempre con una sonrisa en la boca cuando representan estereotipos y situaciones cotidianas. A ver si identifican a estos señores.


viernes, 1 de febrero de 2013

Un mal sueño


El otro día tuve un sueño. I had a dream, siempre quise decir eso. Soñé, bendita ilusión. Quise también poder decir eso algún día. Soñé, como decía, que en un reino muy muy lejano, en un tiempo muy muy cercano, el Dios de la Montaña les pedía públicamente a los ancianos enfermos que se diesen prisa en morir, que subieran al Monte Narayama para encontrarse con Él. Los pobladores de aquel reino se sorprendieron y molestaron, pero este dios les dijo que no se preocuparan y les explicó que todo era parte de un plan para mejorar las condiciones de vida. Estas fueron sus ceremoniales palabras: “El peregrinaje a la montaña es muy duro, pero mi pueblo es muy fuerte y lo entenderá”.

Todos quedaron absortos en sus pensamientos. Hasta que la vieja Orin, a la que le faltaban dos dientes, habló con voz convincente a los más viejos de la comarca: “Yendo pronto le haremos un favor al Dios de la Montaña”. Tatsue, su hijo mayor, la detuvo con el antebrazo. Pero ya era tarde, sus palabras se habían instalado en la memoria del valle. Otra vez volvían los pensamientos silenciosos. El Dios de la Montaña callaba y comenzaron los comentarios ininteligibles de los miembros de la comarca. Fue en ese momento cuando la voz divina descendió de nuevo: “¿No los obligo yo a vivir cuando desean morir? Pues ahora yo mando morir. Gran hambruna caerá sobre este lugar a menos que los ancianos se den prisa en morir. Por eso, los que están enfermos deben cruzar los siete valles y alcanzar la cima del Narayama”.

Mientras tanto, la serpiente que come ratones oteaba el escenario de la profecía desde la casa del árbol.

Risuke, el maloliente e hijo pequeño de Orin, alzó sus brazos y exclamó: "¿Por qué tenemos que mantener a las personas que solo comen y beben y no hacen ningún esfuerzo? Yo despertaría sintiéndome mal si fuese un viejo enfermo”. Todos los jóvenes se miraron asintiendo con sus cabezas, cerrando el posible debate, y se dispusieron a entonar la Balada de la Montaña:

Se nos ha prohibido sentir
pero nos ocultamos y sufrimos
El arroz blanco nos regala calor
y la nieve de lo más alto
nos brinda el último paisaje
que hemos de ver despiertos.


Entonces abrí los ojos susurrando los últimos versos de la canción y recordando una vieja película oriental. Me vestí, desayuné y abrí el periódico. Entonces me di cuenta de que la legendaria historia de Narayama se había hecho realidad.