En una definición de miopía se especifica, en su primera acepción, que esta anomalía se debe a una curvatura excesiva del cristalino que hace que las imágenes de los objetos se formen un poco antes de llegar a la retina. Como ven, no es que los miopes no veamos bien, sino que nos anticipamos a las imágenes, vamos por delante.
Los miopes tenemos el globo ocular más alargado y la córnea es más curva que la de los "buenavista". ¿Y que hay de malo en eso? ¿En el canon de belleza no ha estado siempre la línea curva? ¿No ha sido siempre la cualidad de rasgado algo atractivo en los ojos? Como ven, también es una cuestión estética.
Una segunda acepción del término apunta hacia la incapacidad para ver cosas que son muy claras y fáciles de entender o para darse cuenta con perspicacia de algún asunto. ¿Incapacidad? Perdonen, pero eso no es cierto. Nosotros cerramos los ojos así, como haciendo de chino, enfocamos todo y lo desenfocamos a nuestro antojo hasta que damos con la imagen que nos agrada. Si eso no es perspicaz...
Los miopes vivimos situaciones divertidas. O mejor dicho, divergidas. Esa escena en la que salimos del agua en la playa tras haber perdido las lentillas, no tiene por qué ser entendida como algo terrorífico. En realidad, lo que sucede es que estamos haciendo vida social. Aunque en principio pueda parecer terrible, comenzamos la búsqueda imposible de nuestra toalla y vamos a parar a lugares extraños que reconocemos así solo justo cuando abordamos la intimidad de las personas extrañas. Explicamos nuestro problema a esas personas, nos miran con extrañeza (si no son miopes), pero acaban comprendiendo (si no son demasiado convergentes). Nos despedimos y comenzamos la nueva búsqueda, hasta que nuestros compañeros de toalla nos rescatan si no damos con el lugar exacto. Si eso no es divertido...
La miopía se "corrige" con lentes divergentes. Divergentes, así queremos ser los miopes: exigimos y no nos conformamos. No convergemos como se nos ha impuesto, nos rebelamos ante la convergencia como axioma inescrutable. Queremos divergir, revolvernos y abrir otro camino diferente que también pueda ser posible y viable (pensamiento divergente). Necesitamos discrepar y disentir para comprobar. En ese sentido, casi podríamos decir que somos insurgentes. Siendo miope se soporta mejor la cantidad de injusticias sociales que estamos viviendo en este mundo supuestamente avanzado. Ser miope hace que visualicemos desde varias perspectivas y que juzguemos sin prejuicios.
Los miopes soñamos diferente a los "buenavista". Soñamos que vemos como ellos y surcamos el mundo viendo y disfrutando hasta el último detalle. Soñamos que somos miopes -es muy fácil- y solo vemos lo que vemos. Ya en el mundo consciente decidiremos qué hacer: con o sin lentes.
Los miopes descansamos dos veces cuando nos quedamos dormidos en el sofá: la primera vez, como todo el mundo; y, la segunda, cuando nos despertamos, nos quitamos las gafas y nos volvemos a dormir sin ellas, ahora ya en la más profunda oscuridad.
¿A que dan ganas de ser miope? Pues empiecen a divergir.