I remember
the day that we met
I needed
someone, you needed someone too…
I stole your
love, ain´t never gonna let you go.
Cleveland,
Ohio, 1978. Una señora, copa de vino y libro en mano, desciende
hacia el salón del hogar para disfrutar del líquido dionisiaco, de la lectura y
de un poco de música de fondo. Se dirige hacia el tocadiscos y elige un álbum,
pero cuando la aguja toma contacto con el disco suena el riff de I stole your love de Kiss y el vino sale
despedido por el susto. Su hijo había escondido el disco Love Gun en la carátula de un vinilo de The Carpenters. Tras una
lucha incansable con el aparato musical, que no deja de sonar, consigue
desenchufar el cable eléctrico. “¡Dios mío, Kiss, la música del diablo!”,
exclama la señora.
Así comienza la
película Detroit Rock City (Cero en conducta en España, una
traducción ridícula como tantas otras). El film no tiene nada sorprendente
salvo que seas veinteañero o te guste Kiss. Sin embargo, cuenta con una banda
sonora impresionante (Kiss, AC/DC, Thin Lizzy, Van Halen, Cheap Trick o David
Bowie entre otros). La cinta cuenta la locura en la que viven cuatro
adolescentes desde el momento en que consiguen unas entradas para ir a ver a
los Kiss a Detroit, resumiendo así la revolución que significó la llegada de
este grupo a escena durante los primeros cuatro años de sus andanzas.
In the beginning…
Paul, Gene, Peter y el otro
Paul (Ace). En 1974
cuatro veinteañeros neoyorkinos decidieron mostrar las cuatro caras que
definen a un adolescente y, transformados en El Chico Estrella, El
Demonio, El Hombre Gato y El Hombre
del Espacio, lanzan al mercado su primer disco homónimo. Jamás pensaron en
la repercusión que iban a tener en el futuro. El maquillaje y los trajes
extravagantes pueden ser objeto de burla en la actualidad, pero en aquel
momento eran la bomba. Toda una declaración de intenciones que venía a moldear
el emergente hard rock. Todo un trallazo que se abre con la canción Strutter, su auténtico genoma musical rematado
con temazos como Cold Gin, Deuce o Black Diamond y continuado ese mismo año
con el segundo vinilo Hotter Than Hell,
disco que les serviría para denominarlos “la banda más caliente del mundo” y donde
se plantan las semillas del thrash metal de los 80 y el grunge de los 90.
Al año
siguiente, y casi sin descanso, aparece Dressed
to kill, en el que se incluye uno de los himnos de la banda, Rock and roll all night, y un tema que
cautivó a varias generaciones musicales y que muy pocas bandas posteriores se
resistieron a regrabar: C´mon and love me.
En este caso en manos de una banda con una poderosa voz de los 90.
Camino al
estrellato
y culminación de una etapa. En principio estos tres primeros
discos no tuvieron gran repercusión comercial, pero tras el lanzamiento del directo
Alive! todo cambió. La gente corrió
en masa a comprar los discos de un grupo cuyo espectáculo combinaba música, sexo,
rock, fuego y liberación. Con ellos sobre el escenario parece que siempre se
está en Las Vegas, donde ningún drag queen puede moverse mejor que Paul Stanley
sobre esas tremendas plataformas. Sus bailecitos afeminados rivalizan con los
de Mick Jagger (¡Ojo, que canta y toca la guitarra!). El grupo demostró que, además
del maquillaje, funambulismo,
escenarios que se elevan, botas de plataforma, pirotecnia generosa, destrucción
de guitarras, vómitos de sangre y fuego, guitarras lanzacohetes y otros números,
había mucha música. En directo eran grandes y aún lo siguen siendo. Son
leyenda viva.
Sin perder
tiempo se graba Destroyer, en el que
sobresalen Detroit Rock City, Shout it
out loud o la dulce y triste balada Beth.
Despiden el disco con una pregunta que queda en el aire, Do you love me?, para ser respondida ese mismo año en el disco Rock and roll over por el Dr. Love y el tema I want you, respaldada por una preciosa melodía cantada por El Hombre Gato: Hard Luck Woman.
A estas alturas ya se habían extendido las leyendas de que
las dos eses del nombre de la banda eran un símbolo nazi (curioso, sabiendo que
Simmons es judío), que el propio bajista se había injertado una lengua de vaca
y que tenía un catálogo de las 4600 mujeres con las que se había acostado. ¿El
tamaño de su lengua era proporcional (e inversamente proporcional) al número de
sus conquistas?
Además,
grupos religiosos ultraconservadores iniciaron una campaña contra ellos y
consideraban que el nombre de la banda procedía de Knights In Satan Service (Caballeros Infames al servicio de
Satán). Todo ello proveía a la formación musical de una publicidad gratuita y de un atractivo excepcional.
Apenas
han avanzado cuatro años y ya está a la venta el sexto álbum Love Gun, en el que destaca la canción
homónima, una de las preferidas por el grupo y que nunca falta en sus
conciertos. En este caso acompañados de orquesta y El Chico Estrella surcando los cielos para deleite del respetable.
1978, el año de
los solos. Es el momento para disfrutar del éxito que supuso el
Alive II, hacer un ceda-el-paso y
descansar de los compañeros para evitar fisuras. La primera estrategia es que
cada miembro grabe su disco en solitario donde muestren a la armada de
seguidores sus gustos particulares fuera del grupo. Paul y Ace siguen en la
línea del hard rock, Peter se orienta hacia el rhythm and blues y Gene produce
un disco ecléctico lleno de colaboraciones. El que mantuvo la nota fue Ace,
pero en realidad los cuatro álbumes pasaron sin pena ni gloria. La segunda
estrategia era grabar una película, Attack of the Phantoms, donde
sus personajes aparecieran como héroes, pero en realidad quedaron como payasos.
La llegada de
la música disco. Christine, una fan de la música disco en la
película Detroit Rock City, y un
guiño a la canción del mismo nombre, sirve de premonición a lo que Kiss estaban
destinados. Los protagonistas se escandalizan cuando la chica trata de
convencerlos de que la buena música no tiene nada que ver con el género al que
pertenece y que a lo mejor Kiss acabarán haciendo una canción disco. Y así fue.
Kiss sucumbió a esta música, no pudo ni quiso esquivarla. Era inevitable
habiendo grabado todos esos años en la glamurosa Casablanca y encontrándose por
los pasillos a Donna Summer,
The Village People o Cher (novia por un tiempo de Gene Simmons, por cierto).
¿Se aprovecharon del momento para vender más discos? Probablemente, pero
supieron fundir las bases rockeras con los mejores movimientos de cadera. Los
fans de toda la vida fruncieron el ceño, los discotequeros abrieron la boca de
entusiasmo, pero al final todo el mundo quiso a Kiss. En realidad, solo tres
temas De Dinasty estaban provistos
de esta influencia, de los cuales I was
made for lovin´ you baby y Sure know
something aumentaron la fiebre del sábado noche.
Apaguen
las luces generales, enciendan las de bajo consumo, cúbranlas con una camiseta
roja y salten al medio del salón. ¡A bailar!
La
melodía, la letra y el movimiento de cabeza típico de Peter Criss no tienen
precio.
1980. Unmasked:
continúa la fiesta pero se inicia un declive. ¿Se habrían
quitado el maquillaje? No, aún no. Kiss abrazan el AOR, tocan de refilón el
pop-rock y continúan tonteando con los acordes de la música disco. Una
extraordinaria línea de bajo y unos teclados patentes a lo largo de toda la
grabación hacen que nos mordamos los labios de gusto.
Después de este
disco, Peter Criss, que prácticamente no había participado en el proceso de
grabación debido a sus problemas personales con el alcohol, se marcha y es
sustituido por Eric Carr, El Zorro.
Music from the Elder supone una vuelta de tuerca más, pero
con resultado muy diferente. Se trata de un disco conceptual orientado a lo
sinfónico-progresivo y con letras algo alejadas de la típica temática kisseana,
que acabó en un pequeño fracaso comercial y con la salida de Ace Frehley de la
banda, descontento con la orientación creativa del grupo. Vinnie Vincent, El Mago, sería el sustituto para los dos
siguientes álbumes.
Surfeando
sobre la ola: los 80 tienen nombre propio. El estilo de Creatures
of the night, Lick it up y Animalize se une sin ninguna dificultad
a la nueva ola británica metalera. Los más allegados a este género descubrieron
sin temor a burlas sus coloridos vinilos maquillados de blanco y negro que
escondían camuflados entre los de Judas Priest y Def Leppard. Cuando en España
aún echábamos de menos los capítulos de Naranjito y al Pelusa, la MTV (que por aquella época todavía emitía música) encendió
la curiosidad: tras 40 segundos del vídeo de Lick it up, por vez primera la banda aparece desmaquillada. Pero la
verdad es que para la pinta que tenían sin maquillaje, mejor se lo podían haber
dejado puesto. Aun así consiguieron que todos coreásemos durante esa década
temas como Heaven´s on fire: Uouououououuuuuu!
Asylum, Crazy
nights y Hot in the shade
consolidan a Bruce Kullick como guitarrista, que no adopta
ningún alter ego. El Mago había
desaparecido tras un hechizo. La banda sigue desenmascarada y centrada en el
glam metal hasta alcanzar los 90 y obtienen un número 1 con su balada más
exitosa, escrita por Paul Stanley y Michael Bolton.
Tras la muerte
de Eric Carr en 1991, Revenge no se
despega del estilo que viene siendo habitual hasta la fecha. El disco constituye
todo un homenaje a la figura de El Zorro,
donde destacan las canciones
Every
time I look at you y God Gave Rock'n'Roll To You II. Carr es sutituido por Eric Singer, un
experimentado músico que había tocado con Black Sabbath, Alice Cooper o Brian
May y que desentonaba físicamente con el resto del grupo: Singer era rubio y de
ojos azules. ¡Ay, las cuestiones de imagen! Aun así, gracias a su gran talento con
las baquetas y su carisma, revive la figura felina de Peter Criss. Se edita el Alive
III y el obligatorio MTV Unplugged. Es en esta última actuación
donde Peter Criss y Ace Frehley reaparecen después de muchos años para
enloquecer a la gente. La reunión de los auténticos personajes se veía venir.
El beso de Judas: Paul no parece muy contento ni muy
cómodo con la situación.
Cambio
de costa: el oeste de camisa de leñador gana la partida. El último álbum antes de la esperada
reunión produjo una desavenencia entre Gene Simmons y Paul Stanley, los capos
del grupo, que terminó con el tácito acuerdo de que ninguno participaría en las
composiciones del otro. Un material lleno de introspectivas letras sobre el
desencanto social, con unas guitarras tono y medio más bajas y oscuros
y pesados riffs
muy cercanos a los de Alice In Chains. Con este panorama y ya organizada la
gira de reunión de la banda original, si no hubiera sido por la inesperada circulación
ilegal de las maquetas de estudio, Carnival of Souls: The Final
Sessions jamás hubiese visto nunca la luz. Pero aunque la
grabación no contenga el sonido clásico de Kiss, es una auténtica gozada para los
oídos más alternativos. Seguro que las delegaciones mundiales de la Kiss Army no
están de acuerdo.
Se
finaliza la gira que contó con más de 200 conciertos. Siguiente paso: al
estudio para grabar. Aunque Frehley y Criss aparecen en los créditos de Psycho Circus, prácticamente no
participaron en el proceso de grabación. Todo era una estrategia comercial para
alcanzar los objetivos ya que, si hay
una banda que ha sabido manejar el marketing y mezclar mito y realidad para
llegar a lo más alto, esa ha sido Kiss.
En los inicios del siglo XXI, Criss y Frehley se
marchan; regresa Eric Singer y se incorpora Tommy Thayer. El resto de la década
la dedicaron a girar por el mundo (incluyendo la espectacular grabación en
directo de Kiss Symphony: Alive IV con la Orquesta Sinfónica de Melbourne),
a estrenar la película Detroit Rock City, a producir un luchador que llevaría
un maquillaje inspirado en el de Simmons… Pero nada de nueva música.
En los discos siguientes de Kiss (Sonic Boom
de 2009 y Monster de este mismo año 2012) no hay nada relevante que
destacar, salvo que la presencia de Gene Simmons y la voz de Paul Stanley se
muestran imperecederas, como si no hubiese pasado el tiempo por ellos. ¿Qué más
le podemos pedir a una banda con 28 certificaciones de oro?